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José Guillermo Ángel
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Sobre la cultura de la queja

Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com

Estación Ofendidos, a la que llegan los que se consideran excluidos por la miradas recibidas o por algún gesto, los nombrados con palabras que no son políticamente correctas (que a la larga son eufemismos) y denuncian haber sido insultados, los que sacan partido a su condición de minoría denunciando como atropello cualquier acción legal, los que exigen que el otro sepa quiénes son y por qué están por encima de él, los que se sienten irrespetados al no ser nombrados por todos los títulos que tienen, los que ven limitada su libertad porque no pueden hacer lo que les da la gana, los que reclaman reconocimiento por producir cualquier cosa a medias, los que reclaman derechos pero no admiten deberes, los que toman cualquier confrontación como un insulto y entonces hablan de agresión, en fin, la fila de esta generación llamada de cristal (ya Cervantes hablaba de ella en El licenciado Vidriera) no admite más que lo Woke, esta tendencia a soy lo que soy y no critiquen lo que hago. Y si hay críticas, denuncio.

En 1993, Robert Hughes (el gran crítico de arte e historiador), publicó un libro: La cultura de la queja, trifulcas norteamericanas. En este texto, ponía de manifiesto el uso desmesurado de lo políticamente correcto ante cualquier hecho que sucediera. Por ejemplo, si un pintor era gay y sus cuadros recibían una crítica dura en torno a la calidad de sus pinturas (composición, paleta, técnica, intención), de inmediato denunciaba que el crítico era un homofóbico. Pasaba lo mismo con un escritor de origen africano, al que si no le publicaban un libro mal escrito se quejaba de racismo por parte del editor, o con alguien que denunciaba acoso si se le pedía algo a tiempo y así, todo va tocado de una actitud paranoica que no admite ninguna crítica, aduciendo actitudes patriarcales, capitalistas, sexistas etc. Y no quiere esto decir que no haya homofobia, racismo, machismo, acosos varios, pero también hay un abuso de lo Woke: me tienes que respetar así me salga de la línea. Woke se traduciría como despertar para crear una sociedad decididamente tolerante (lo que no está mal). Pero Este Woke, que desconoce la historia (no la admite o la destruye) y no critica los desequilibrios de la economía (alienta el consumismo), se queda solo en quejarse frente a actitudes de inclusión, excluyendo a los que no admiten su ideología, a los que no son veganos (por ejemplo), a los que defienden los valores de su cultura etc. Y ahí vamos, con no me mires así, no me nombres como antes, no me confrontes. Soy de cristal.

Acotación: que haya una sociedad más justa e inclusiva, es algo bueno. Pero que todo se quede en mero uso de palabras y no en construir, ya es algo malo. La mediocridad denunciada no es una agresión.

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