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José Guillermo Ángel
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José Guillermo Ángel

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Sobre la nada

Por José Guillermo Ángel - memoanjel5@gmail.com

Estación Vacío, a la que llegan los marginados políticos y los outsiders (palabra que se traduce como extraños, pero realmente son los alejados de cualquier propuesta de grupo), los surrealistas al estilo de Dalí y Buñuel (sin que falte Magritte, con su lluvia de gente con paraguas), los desalineados y sus concubinas que los alienan, los que van y vienen por las fabulaciones geométricas de M. C. Escher (en las que cualquier perspectiva es a la vez su contraria), los cansados que ya se mueven por impulso, los que van para ver qué pasa sin que les importen los resultados, los recalentados que buscan agua o al menos un lugar húmedo para dejar de sudar, los existencialistas que saben que la nada también es otra oportunidad (para Sartre es un ser que juega a ser objeto y espacio, movimiento negado y condena a la elección), los nadaistas (tan gonzaloarango, pegado) que buscan desacralizar lo existente para comprobar si el diablo funciona, etc. Y es que en esto de la nada, que es nada, suelen pasar muchas cosas: irse hacia atrás, quedar en el aire o simplemente desintegrarse.

La palabra nada, al nombrarse y citarse, es algo que existe (esto lo decía Filón de Alejandría y lo demostraba Isidoro de Sevilla). Y como la palabra tiene límites (comienza por n y termina en a), filosóficamente es una cosa que cubre un espacio, se mueve entre otros elementos y está ahí, siendo ella en su definición, relaciones y maneras de uso. Antes se creía que la nada era el éter, hoy algunos hablan de antimateria, sin que falten los que la definan como el espacio vacío necesario (un entre, un zwischen) que puede ser permeado o permear (como dicen los que trabajan la nanotecnología), lo que permite llenarse o llenar. Sea como sea, si la nada se aplica a la política, es el espacio de vacío presente entre una y otra ideología, tocando los extremos e irrumpiendo hacia adentro para burlar todos sus principios y leyes, creando un estado de anarquía.

¿Se puede pensar en nada? Sí, no teniendo en cuenta algo que está presente o admitiendo una mentira, que es una forma de nada, pues destruye lo que es y solo deja un vacío enrarecido. Y en esto que nos pasa ahora, donde el exceso de emociones desdibuja la realidad (la vuelve nada), la nada fluye, carcome y se amplía. Y en esa nada, flotamos, deliramos, perdemos la dirección y nos damos a no calcular consecuencias ni ver posibilidades. Como en el Paraíso antes de Eva, todo es lo mismo y nada es vergüenza. Y en este ensimisme, que pase lo que pase.

Acotación: en la nada han caído la ética (el comportarse como humanos), los buenos gobiernos, el pensamiento económico que creaba clases medias, la cultura que engrandecía el pensamiento. Todo es un vacío amplio 

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