Por José Guillermo Ángel R.
Estación Estante-Diccionarios, de tamaño un poco más que mediano, al alcance de la mano y muy útil para buscar palabras, reafirmar conceptos, encontrar acepciones, saber de los orígenes (Isidoro de Sevilla se dio a esta tarea con sus Etimologías) y tener más mundo, pues el mundo (como se han puesto de acuerdo los filósofos) es un compuesto de palabras y si estas existen, nombran y definen (así no se puedan probar, como pasa con los seres fantásticos o los lugares inventados), ya tienen su lugar y su disposición para ser tejidas y lograr ideas completas. Así que los diccionarios proveen de palabras que nombran (y en ese nombrar contienen lo que son y con qué se unen, pez con agua y algas, por ejemplo) para poder situarnos, ejecutar acciones y determinar contextos. Lo que hay con lo que hace (o cómo se construye) y el lugar donde esto pasa, sería la esencia de los diccionarios. Y, en consecuencia, cuánto mundo tenemos (solo sabemos lo que bien se nombra) y cuánta inteligencia e imaginación generamos. Filón de Alejandría era claro: si hay palabra hay cosa, si no la hay, vemos un vacío.
Los diccionarios (que serían los libros que uno se llevaría para una isla desierta, porque de palabra en palabra se construye lo que sea) permiten lecturas cortas y reflexión inmediata, hacer gráficos y hasta pensar lo contrario. O sea que enseñan, confrontan y, en términos de Erich Fromm (autor de ¿Tener o ser?), si sabemos qué significan y son las cosas que tenemos, son nuestras. Si no, solo acumulamos basura y estamos presos (ignorantes) mirando sin entender y acumulando miedo.
Un profesor nos decía: si leen cada día diez significados, ese día tendrán diez cosas más, diez conocimientos más, diez asombros más. Hoy, por ejemplo, busqué la palabra grillo y el bicho resultó ser un ortóptero de la súper superfamilia (sic) grylloidea y del suborden Ensifero, dado a habitar en las noches, siendo doméstico cuando está en nuestra casa y a veces más enano debido a la comodidad. Y así, este ortóptero-grylloideo-ensifero, me llevó a averiguar las palabras que lo componen, a buscarle símiles (me acordé de Pepe grillo), a pensar en nano-grillos y hasta en Trump saltando por la Casa Blanca, seguido por sus grillos cantores, que son muy bullosos etc. Y bueno, recurrir al diccionario, si se quiere, es un asunto divertido y una forma de habitar estos encierros.
Acotación: hay diccionarios de todos los tipos (lengua, biología, historia, política, filosofía, religión, geografía, cine, casa, cosas raras etc.). Y su función es nombrar las cosas por lo que son, definiéndolas bien para su comprobación, lugar debido y aprendizaje exacto. La palabra democracia es el gobierno del pueblo, pero habría que saber qué es el pueblo y qué es gobierno, que pareciera que hoy son imaginaciones y con sinrazón pasa lo que pasa