Estación Mañana (lo que incluye un día o muchos días), a la que llegan votantes (algunos alterados y otros de paseo), gente que mira hacia atrás o que lo hace usando un espejo (así que quien queda atrás es quien lo usa), expertos con celulares abiertos en distintas ventanas (incluso una de astrología), empresarios y comerciantes con las manos en los bolsillos, señoras que hablan del clima y de rezar, novios que dicen que son uno en dos (al menos hasta ahora), demócratas que se encogen de hombros (o los bajan), mamás que comentan sobre quiénes deben ser las compañías de sus hijos, lectores de novelas rusas que calculan hasta dónde puede llegar Putin, abuelos que echan cantaleta porque truena pero no llueve (o llueve y no para), intelectuales que discuten probabilidades de acierto y desacierto. Y la fila es extensa y, comenta alguien, en orden, lo que ya es un avance.
Decir quién será el que gobierne mañana (con los días que contiene esta palabra), no se sabe. Lo que sí se sabe es que, si no creamos un país autosuficiente en lo posible (primero, segundo y tercer sectores de la economía), el asunto irá de mal en peor en medio de riñas, alteraciones de la ley y una confusión permanente para inversores, emprendedores y personas (la gran mayoría) que solo quieren que la situación mejore en términos de buen abastecimiento de comida (lo que rebajará o al menos estabilizará la canasta familiar), seguridad en el empleo y en la calle y espacios seguros para ir hacia adelante en condiciones que nos hagan competentes en un aquí y ahora, es decir, creciendo primero los mercados básicos internos (lo que implica mejores condiciones económicas), racionalizando los recursos que tenemos y, en lugar de exportarlos como materia prima, comenzar a transformarlos para que haya más seguridad industrial.
Pero lo anterior no se logra si no se mira primero a las periferias y se las desarrolla para que, desde los límites que tenemos (todo límite es un estado de razón), nos modernicemos hacia adentro, tanto en términos productivos como humanos. Desde el centro, el crecimiento es lento y torpe, en tanto que desde los límites hacia el interior hay más seguridad en los emprendimientos, las relaciones y la conectividad. Todo avance hacia el interior es un encuentro y, como se ve en la rueda de una bicicleta, el exterior (las llantas) fortalecen al centro a través de los radios que unen el exterior con la centralidad. Así, gane el que gane, debe hacerlo. Y si no, nos tocará hacerlo a nosotros.
Acotación: periferia tiene que ver con educación apropiada (pertinente sobre lo más cercano), trabajo en lo esencial para los mercados internos, cultura que permita pensar mejor, convivencia (cooperativismo) permanente y un país que se vea desde los límites y no desde un centro que se corrompe