Estación Lerna, sitio (isla o escondite) donde habitaba la Hidra, animal que pareciera renacer entre los que asumen tareas en el gobierno del Estado sin tener idea de qué puesto ocupan, los que se oponen a ellos y deliran en las redes, los que se los viven y ejercen un servilismo delirante, los que gerencian o gobiernan con codicia, generando en consecuencia acusaciones de acoso laboral y sexual, evasiones fiscales varias, antiguos amoríos con problemas, odios contenidos y relamidos, envidias delirantes, desaciertos continuados, presiones económicas sobre las gentes del común (alzas sin control y ninguna regulación de precios), búsqueda de impuestos donde sea, represión por cualquier cosa, infiltraciones para crear desorden, en fin. A la estación Lerna llega el desorden y, en esta confusión, abundan las mentiras, los deseos oprobiosos, los desvíos a lo que pasa y las tormentas que hacen fila, pues sobre la una cae la otra y la Hidra se enfurece más.
La Hidra era y es un animal mitológico con siete cabezas rabiosas, a la que se le enfrentó Hércules saliendo medio loco del encuentro. Este animal, con forma de serpiente y habitante de aguas enfurecidas, cobró forma real en uno de los satélites de Plutón, planeta cambiante y, por el significado de su nombre, señor de los infiernos. Así, la Hidra existe en la fantasía y en la realidad (es también la más grande de las últimas constelaciones clasificadas), y su figura es la metáfora del caos y los mordiscos, los ruidos horrorosos y los movimientos inesperados, todos peligrosos. Se dice que algunos pintores renacentistas y barrocos la intentaron dibujar, pero desistieron de su intento, temerosos de que se saliera del lienzo y aparecieran cosas peores que la peste.
Por lo que hoy vemos, en medio del calor, la contaminación, la corrupción y el descontento, la Hidra se manifiesta poderosa en las redes, en las reuniones donde la gente se enfrenta, en las protestas que crecen como hongos, en las defensas y las acusaciones. Y como tiene siete cabezas y sus mordiscos son los de una serpiente (no de una culebra), el veneno corre (Zigmunt Bauman no habló del veneno líquido), las alteraciones crecen burlando la ley, poniendo la ignorancia por encima de la inteligencia, usando palabras contradictorias, evadiendo deberes, deformando derechos y alterando la razón. La Hidra tiene siete cabezas y cada una contradice a la otra, y solo se ponen de acuerdo en atacar y morder. Y aquí es donde los calores hierven.
Acotación: Uno de los trabajos de Hércules fue vencer a la Hidra. Y para lograrlo fue peor que la misma Hidra. Describir cómo fue esta lucha, el estado en que quedó el héroe mitológico (psicológico y físico) es algo que las crónicas no cuentan. Solo dicen que la Hidra, cuando le cortaban una cabeza, la reproducía de inmediato. Y bueno, algo de ella sigue viva.