Estación Barullo, que también es confusión o desorden, donde llegan los que complejizan lo simple a punta de esquemas que no solo confunden, sino que se salen de contexto, pues tocan con deseos y no con resolución a problemas sentidos y analizados; los que usan palabras que se contradicen y a veces ni entienden sus contenidos y etimologías; los que sueñan sobre esquemas que resiste el papel, pero no la realidad; los que hacen añadidos que no vienen al tema, los que se las dan de inteligentes usando jergas incomprensibles, los que se modernizan sin ser modernos y los que creen que el efecto cambia la causa, sin que falten los que añaden sinrazones o veneno para que las cosas tengan una segunda intención y no la que es el objetivo. Y en medio de todo este barullo, las cosas dejan de ser las que son para convertirse en algo distinto que deforma lo que se busca solucionar.
Lo complejo es lo que tiene conexiones y estas fortalecen el cuerpo central que las genera cuando están debidamente conectadas a unas bases ciertas (que son las debidas). Una araña, por ejemplo, es un cuerpo complejo y cada una de sus patas cumple una función para hacer un tejido, que a su vez cumple un objetivo dentro de un contexto válido. A Baruj Spinoza le gustaba mirar las arañas porque en ellas veía un universo formándose. Y lo complejo, cuando se lo evidencia, analiza, sintetiza y enumera (la idea es de René Descartes), se vuelve simple, entendible y aplicable. Así que no es lo mucho (la cantidad de propuestas) lo que crea un cuerpo sino lo básico. Con el pensamiento (que es dudar) pasa lo mismo. Dudo para encontrar una respuesta cierta que puede situarse en una situación dada.
Pero en estos calores, lo complejo se convierte en un mucho (una especie de rellena) que no se apoya en nada (historia, sitio, tipo de personas, condiciones económicas y sociales), y busca aplicaciones que desordenan y evaden lo sabido (el punto evaluado de donde partimos). Y como no sabemos dónde estamos sino adónde se quiere llegar, lo que vendrá ya está en caos. Cambiamos de estrategias y objetivos por generación espontánea, sin antes revisar lo alcanzado y el porqué se alcanzó así y de otra manera. Nos pegamos a las modas, a lo presuntamente nuevo, tratando de acomodarlo en espacios difusos, tallas desconocidas y supuestos sin análisis. Y bueno, otro embuchado más.
Acotación: los cambios no son teóricos (por eso la globalización es un fracaso) sino sobre situaciones reales. Y la propuesta no puede ser general si antes no se ha probado (creado una experiencia) para corregirla. Pero no, frente a lo que sería simple nos enredados, hacemos dadaísmo, kitch, dejamos de hablar claro y posamos de inteligentes demostrando que nos falta simpleza y sentido común.