Estación Subdesarrollo, en la que los malos resultados se cumplen y lo que se dijo que pasaría mal pasa, pues aquí todos hablan y nadie oye, todos miran y pocos ven (pareciera que ver no es políticamente correcto), cada cual opina sin saber, se improvisa sobre el hecho cumplido y la propensión al desorden es mucha, cuando no una burla continuada a los saberes, a las técnicas, al uso adecuado del ambiente y a la vida misma. Y en este punto, aparece la tragedia del subdesarrollismo, esa mentalidad de no avance hacia adelante ni a ninguna parte, que es como un electrón loco con todas las dualidades afectadas, o sea que es onda y es partícula, pero en mil fragmentaciones, sujeto a componendas, palimpsestos en los documentos, culpas a lo que nada tiene que ver, desviaciones de la atención y bueno, se cumple aquello de la teoría de la incertidumbre, pero no por sus principios sino provocada por una planeación que busca satisfacer intereses propios y no comunes, y sí: una tragedia.
La memoria es lo que nos dice que ha pasado y las formas de reparar lo que fueron errores. En la aviación, por ejemplo, todos los accidentes (no importa cuándo hayan sucedido) están documentados, estudiados y acotados en términos de ruta, condiciones climáticas, tipo de avión, materiales que lo componen y su ritmo de desgaste, tiempo de vuelo, bitácoras, etc. Y teniendo en cuenta esto, se hacen aeroplanos más completos y seguros. Lo que ha pasado, que es memoria activa, no se repetirá de nuevo. Del error, de la circunstancia, de la carencia de tecnología adecuada, de las condiciones que se repiten, es como aprendemos. No se aprende de sueños y fantasías, sino de lo que pasa. Pero si no se aprende, si por encima de la memoria se propicia el olvido, el subdesarrollo es trágico: no ver, no aprender, no ser.
Si en algo ha sido inteligente el hombre es en convivir con la naturaleza. Los romanos controlaron las inundaciones del río Tiber, los navegantes las tormentas, los monjes tibetanos los derrumbes, los beduinos y tuaregs las condiciones de vida en el desierto, los ingenieros físicos el moverse por fuera de los espacios de gravedad, etc. El historiador Felipe Fernández-Armesto, en Civilizaciones, cuenta de cómo hemos domesticado cada territorio (arenoso, helado, alto, bajo, inundado, selvático) para que sea propicio a la vida. Y cada una de estas domesticaciones ha creado una metodología de uso, una forma de arquitectura, una estructura social, una normatización que no entre en contradicción con los recursos y su debida apropiación. Pero aparece el subdesarrollo y bueno: se niega a saber.
Acotación: las cosas son como son, decía Aristóteles. Y lo que pasa, cuando ya estaba previsto, es bueno o malo según el uso que hagamos de la memoria. Pero en el subdesarrollo la memoria molesta, es burlada, y así la realidad es siempre un presente deforme. Y muchas palabras de un teatro del absurdo en el que el mundo es una caos que se repite y en el que somos una especie de out let de la creación.