Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com
Estación Espiritualidad, a la que llegan creyentes que ejercen la fe y la tradición, personas que persisten en que su historia se mantenga y por eso asisten al rito, abuelos que continúan en sus nietos y entonces van con ellos, hombres y mujeres que tendrán algo que decir a sus hijos cuando les hagan preguntas, teólogos que entienden el sentido profundo de lo que acontece en sus credos, agnósticos que no se interesan, pero de todas maneras descansan viendo televisión o leyendo una novela; ateos que hablan de fiestas agrícolas ritualizadas, arqueólogos y antropólogos que dicen, que aunque no hay evidencia, la tradición oral ya es un indicio de certeza. Y todo esto que pasa se apoya en libros (la Torá, los Evangelios, el Corán), oraciones, explicaciones de lo que se vive, vivencias renovadas, etc.
Este año (el 5783, judío; el 2023, cristiano; y el 1444-45 después de la Hégira, entre los musulmanes) han coincidido en sus festividades santas las tres religiones abrahámicas (las monoteístas). Los judíos celebran Pésaj y recuerdan la salida de Egipto y cómo fueron ya libres por siempre; los cristianos la Pascua, que es un pasar de la muerte a la vida; y en el Islam se lleva a cabo el Ramadán, la purificación del alma y la renuncia al pecado a través del ayuno. Y estas festividades, que tienen como base la Fe (lo que es necesario para vivir, así no se pueda probar) sitúan a los hombres y mujeres (a los occidentales y a los del Medio Oriente) en estado de unidad, tranquilidad, identidad y buenas acciones. Los cristianos admiten la redención, los judíos el buen deseo del próximo Pésaj en Jerusalén y los musulmanes la sumisión a la voluntad de Alá.
Estas festividades, que algunos dicen que tienen como fundamento el inicio de la primavera (la floración), sitúan a los creyentes en posición de tiempo y no de lugar. Es decir, cesan las actividades cotidianas y se entra en la reflexión sobre lo hecho con relación a la eternidad. Y para ayudar en esto están los libros de los teólogos (Martin Buber, Hans Küng, Averroes) que propician el diálogo y el encuentro, la plenitud y construcción de un espíritu universal noble y equitativo, el derecho al no dolor y la primacía de la vida por encima de cualquier cosa, anexando a esto la verdad como conocimiento de la realidad y señalando a la mentira como destrucción de todo lo humano, pues en la mentira nada es como fue formado y todo es confusión, delirios y posibilidades mermadas.
Acotación: que las tres religiones monoteístas coincidan con sus principios fundamentales este año, crea un símbolo que Carlos Gustavo Jung, en su Paracélsica, definiría como el gran sueño del ser humano, el gran inicio-transformación. Así que, si se quiere y admite, haya unas buenas pascuas para todos. Jag Pésaj Saméaj. .