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¡SOLO SOMOS MERCANCÍAS!

Por Fernando Velásquez V.

fernandovelasquez55@gmail.com

Las sociedades actuales, de la mano de un neoliberalismo desenfrenado y voraz, están construidas a partir de los valores materiales; solo sirve lo que produzca dividendos financieros, lo demás debe ser tirado a la basura. Todo se ha cosificado empezando por las relaciones humanas que, ahora, se miden no con la intensidad de los afectos sino con criterios de utilidad y productividad; eso, por supuesto, ha hecho de nuestras relaciones interpersonales un castillo de falsías e iniquidades. Por ello, la solidaridad y el afecto han sido enviados al desván de los recuerdos, para dar paso a un modelo político, social y económico, que no soluciona las problemáticas propias del subdesarrollo porque su cometido es agravarlas y polarizar las desigualdades; es el reinado de los especuladores, para quienes su fórmula de rendimiento es la única que debe aplicarse en todos los rincones del planeta.

Así las cosas, en ese contexto no es de extrañar lo sucedido con los miembros del colectivo humano y las vacunas contra el covid-19. En efecto, hace algunas semanas la sección económica de El País de España –proyecciones coincidentes con la Revista Forbes–, decía que en ese nuevo mercado, empresas biotecnológicas como Moderna, Novavax, BioNTech y CureVac sumarán 24000 millones de euros de ingresos en tres años, y esos cuatro grandes pulpos ganarán 12000 millones solo entre 2021 y 2022. Y esa bonanza también la celebran los gigantes farmacéuticos Pfizer, AstraZeneca, Johnson & Johnson (J&J), Sanofi y GSK que, todos juntos, aspiran a recolectar una suma similar a la de aquellas. Resulta entonces claro que esos pulpos financieros, gracias a la pandemia, ahora hacen funcionar de forma acelerada sus calculadoras.

Pero esta vergonzosa instrumentalización de las personas es aún más dolorosa cuando se piensa en el drama vivido por los países del tercer mundo. Por eso, el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus dijo, hace un par de meses: “Debo ser franco: el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico y el precio de este fracaso será pagado con las vidas y los sustentos en los países más pobres”. Con ello aludía a la falta de acceso a las vacunas en estos submundos que, desesperados, aguardan las costosas migajas que caen de la mesa del rico Epulón, mientras esas empresas imponen condiciones ominosas (seguros, fideicomisos, inmunidad judicial, secreto contractual, etc.).. ¡El vergonzoso fracaso, pues, ya toca a nuestras puertas!

A ello se suma, por supuesto, la pobre gestión de las autoridades locales: las vacunas fueron adquiridas de forma tardía y a precios de monopolio impuestos por las empresas citadas; además, se le cerraron las puertas a los particulares interesados en obtenerlas que –ahora– reclaman el ejercicio de ese derecho, para hacer otro negocio o administrarlas en ámbitos de trabajo para reactivar la economía. Además, el llamado Plan Nacional de Vacunación –y aquí nunca estamos preparados para las contingencias– es un dinosaurio de andar cansino, que se mueve al compás de la maquinaria política. Desde luego, si el asunto se hubiera manejado con transparencia, dignidad e igualdad, desde un comienzo los antídotos comprados han debido destinarse a los sectores más pobres y no a quienes tuviesen la capacidad económica para asumir los costos.

Por ello, quienes ilusionados miraban la llegada de la vacuna (que, dada su corta inmunidad, de forma probable tendrá que repetirse dos veces al año), deben despedirse de su sueño y entender que solo somos géneros; las inyecciones, pues, no son bienes universales al alcance de todos. Es más, ellas parecen haberse convertido en un arma electoral en una república bananera en la que, como siempre, los triunfadores son otros y no el pueblo raso que solo existe para trabajar, votar y pagar impuestos. El lema de hoy, pues, para recordar la conocida canción “Oropel” de nuestro gran compositor opita Jorge Villamil, es: “Amigo, cuánto tienes, cuánto vales, principio de la actual filosofía”

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