Miles de colombianos residentes en España se han manifestado este pasado fin de semana en las principales ciudades del país. En Madrid, una nutrida protesta en la entrada más noble del Parque del Retiro, la que da a la Puerta de Alcalá, clamó contra el gobierno del presidente Duque, llamando la atención de muchos madrileños sobre la situación que atraviesa Colombia. Como ustedes saben, llevo años atizando en estas páginas con pragmatismo y argumentos a toneladas a la despiadada doctrina socialista y al igualitarismo autoritario que abandera. He desnudado sus vergüenzas y a los sinvergüenzas que viven como sultanes de sus cuentos, desde Cuba, Venezuela, Rusia y hasta la China. Por tanto, no se me escapa que detrás de estas protestas, las de acá y las de allá, están los de siempre, los alborotadores profesionales alentados por la ultraizquierda, sus Farc y el sindicalismo más feroz. Quizá hasta haya simpatizantes de Maduro y quién sabe si hasta agentes extranjeros, como ha sugerido el Gobierno ecuatoriano. Claro que hay similitudes entre la violencia de Chile, Ecuador y ahora Colombia. Claro que es la izquierda radical de camiseta del Ché y pañuelo palestino la que quema contenedores y asalta comercios a sabiendas de que nunca logrará nada en las urnas.
Sin embargo, aunque existe una relación directa entre la violencia y el ruido y la escasez de votos conviene no llevarse a engaño. El pueblo no es imbécil por mucho que algunos políticos traten de manipular a unos pocos miles de títeres.
La subida impositiva, como ya escribí hace una semana, fue un error de Duque porque solo a un gobierno de izquierdas se le ocurriría aumentar la presión fiscal con la economía cortocircuitada, cuando lo que necesitan los ciudadanos y, sobre todo, las pymes, es precisamente una amnistía fiscal. Llama además la atención que sean precisamente quienes se iban a beneficiar en teoría de esa subida de impuestos los que protesten contra los planes de Duque, aunque como sabemos cualquier aumento confiscatorio es una pésima noticia para todos los estratos sociales, que se lo digan a Robin Hood y sus secuaces.
Pero una vez frenado el plan, las protestan prosiguen. Conviene entonces no encerrarse en teorías conspiranoicas y escuchar a todos. Porque en las protestas de Madrid contra Duque había también, mayoritariamente diría, gente de orden. Gente de bien. Conviene atender a esa gente, a la que se deja la piel trabajando y quiere un futuro mejor para sus hijos.
Miren lo que ha ocurrido en Madrid. Aquí, la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, se enfrentó a las políticas confiscatorias del Gobierno social-comunista del presidente Sánchez, a su nefasta gestión de la pandemia y a sus ataques contra Madrid. Se enfrentó con menos impuestos, restricciones certeras, más libertad y sentido común. Se apoyó en la gente trabajadora a diestra y siniestra, y ha logrado un voto trasversal y la mayoría para gobernar la región motriz de España, llevándose por delante a Pablo Iglesias, ex líder ya del castrochavismo a este lado del Atlántico.
Gobernar es tan sencillo como ponerse en la piel del tendero de tu barrio. Lo demás es solo poder