Era sólo cuestión de tiempo. Después de un año de comercio semiparalizado en galerías, subastas y ferias internacionales, y tras oler la posibilidad de dinero, el negocio del arte, ese en el que se invierte, se especula y se revende, ha caído de lleno en el extraño y aún poco conocido mundo del NFT (Non Fungible Token) aplicado al criptoarte. La muy antigua y afamada casa de subastas Christie’s, fundada en Londres en 1766, acaba de romper todos los records al vender una obra de arte digital NFT por casi 70 millones de dólares. Se trata de un collage de 5.000 imágenes del ilustrador Beeple, titulado “Todos los días: los primeros 5.000 días”. De esta forma, lo que se suponía una alternativa para que los creadores y los coleccionistas tuvieran un vínculo directo, entra oficialmente en la órbita del liberalismo económico.
Si nos detenemos un poco a pensar, nuestras vidas están cambiando de lo físico a lo digital gradualmente. Si queremos un libro, ya no hay necesidad de tenerlo físicamente ocupando un espacio que cada vez se reduce más, pues podemos adquirirlo en formato digital y más barato. Hace mucho que la gente ya no compra cds sino que baja la música en streaming y así elige sólo las canciones que le gustan. Pues ahora el mundo NFT ofrece “obras de arte” que poco tienen que ver con el contenido y mucho con el poseer. Abre la posibilidad de ser dueño de una pieza digital que no se puede copiar o falsificar. Siempre bajo la premisa de que “si la gente cree que tiene valor, entonces tiene valor”. No se trata de comprar algo por el placer estético o por la posibilidad de producir dinero, sino por el estatus de pertenecer a una comunidad, de hacer parte de un movimiento que por ahora muy pocos logran entender, una especie de club exclusivo que existe sólo en el ciberespacio.
Y fuera de esa necesidad tan humana de pertenencia, esta irrupción de los NFT en el mundo de las subastas ofrece una droga que siempre hemos buscado casi sin darnos cuenta: adrenalina. Porque aquí todo ocurre a la velocidad de la luz. Como por ejemplo durante los últimos segundos de la puja: la obra de Beeple pasó de los 30 millones a los 69 dejando sin respiración a quienes contemplaban a través de pantallas este hito en el mundo del arte (¿o deberíamos decir en el mundo de los inversionistas?). E igualmente, hay quienes dicen que lo que hoy es tendencia y moda puede convertirse mañana en una burbuja que estalle y deje sin valor lo que ahora tanto deslumbra. Tiempo al tiempo