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Naturaleza infinita, ¿cuándo puedo agarrarte?, se pregunta Goethe en su obra Fausto. Este interrogante plantea dramáticamente la pregunta sobre cuál es la esencia, el fin, y los modos del desarrollo, no solo humano, sino también social y económico. Recordé esta frase del autor alemán después de ver un video que alerta sobre las potenciales consecuencias catastróficas, no solo ambientales, que la llegada de la minería podría tener en el Suroeste de Antioquia. El debate que está surgiendo es una oportunidad para la sociedad antioqueña, pero también para el Gobierno Nacional, de preguntarse cuál es el tipo de desarrollo que quiere escoger e impulsar.
El video contrasta el modelo de economía sostenible que ha desarrollado la gente del Suroeste, con el modelo de la multinacional AngloGold Ashanti, a quien en 2011 Greenpeace y Wassa calificaron como la corporación más irresponsable del mundo. La gente del Suroeste con orgullo ha promovido un turismo ecológico y ecuo, ha venido cuidando sus fuentes de agua, la cultura cafetera, y su identidad histórica y cultural. Por eso, Jericó y Jardín, pueblos patrimoniales de Antioquia, se han convertido en importantes metas de turismo internacional. Por el contrario, la multinacional minera (que está a punto de recibir por parte del Gobierno Nacional la licencia para la explotación de las tierras de Palocabildo) es conocida por sus prácticas que incluyen: la contaminación de aguas con arsénico, despidos masivos y bajos salarios. A este escenario se ha opuesto también el expresidente Álvaro Uribe, quien en sus redes sociales escribió, “Jericó y Suroeste, preservar el verde, potenciar los proyectos verdes, no a la minería, sí a la montaña”.
En la obra de Goethe, que es una crítica a la modernidad, Fausto es un hombre culto quien tiene la legítima aspiración de desarrollar su potencial. Lo mueve un deseo profundo de experimentar al mundo de manera vital, de expandirse. Por eso, con la ayuda de Mefistófeles, Fausto pierde las energías de su mente y une sus impulsos con las fuerzas económica, políticas y sociales. Todos sus poderes los concentra en contra de la naturaleza y de la sociedad. Finalmente, el deseo de Fausto se transforma en una ambición de cambiar no solamente a sí mismo sino también a todo el mundo. Deja de ser un romántico y se convierte en un pragmático; en alguien que, para construir, destruye.
Escrita en el siglo diecinueve, Goethe plantea en Fausto el dilema de que si para progresar es también necesaria la transformación radical del mundo físico, social y moral en el cual vivimos. Como lo resalta el filósofo Marshall Berman, Fausto es una obra sobre la tragedia del desarrollo. Por eso, el debate alrededor de la minería en el Suroeste no es sobre la bondad o no de la minería. Más bien, es sobre dos modelos de capitalismo; uno rapaz, y el otro consciente. En el Suroeste está en juego cuál modelo de desarrollo se quiere privilegiar, cuáles son los valores, los intereses y las convicciones que mueven a quienes tienen el poder de tomar una decisión. Al fin y al cabo, está en juego mucho más que el futuro del Suroeste.
