A propósito de la sugerencia de convocar a una asamblea constituyente que le hizo Daniel Quintero, alcalde electo de Medellín, al presidente Duque, recuerdo esa tarea pendiente que deja Alejandro Gaviria en “Siquiera tenemos las palabras” en el que recomienda leer “La Serenísima Republica”, de Machado de Assis, para atenuar un poco ese espíritu reformador que hace que confiemos que cambiando las leyes se reformarán las instituciones y que, por ende, así arreglaremos cualquiera que sea el problema del momento.
Hay reformas ideales que podrían mejorar nuestro sistema político, pero la verdadera capacidad de transformación está en nuestra gente, que de la mano del liderazgo del alcalde y el gobernador depende que podamos llevar a cabo ambiciosos proyectos buscando sinergias y el desarrollo a largo plazo de nuestros territorios. Sería extraordinario que la capacidad de liderazgo y coordinación nos llevara a tener más provincias y áreas metropolitanas que trabajaran de manera concertada, y mientras esto se da es importante que los ciudadanos vean los beneficios de trabajar unidos por objetivos comunes.
Es trascendental que Daniel Quintero y Aníbal Gaviria, alcalde y gobernador electos, tengan presente que muchos de los problemas de Medellín están en Antioquia, así como también sus soluciones.
Debemos empezar por sacar adelante a Hidroituango, proyecto conjunto del Departamento y el Municipio y emprender otras iniciativas similares para llevar desarrollo a las regiones. Revisar cuál es la vocación económica de estas y estudiar cuáles necesidades de nuestra economía se pueden cubrir educando a nuestros jóvenes de acuerdo con esas nuevas exigencias. Es decir que, por ejemplo, algunas de las industrias que quieren llegar a Urabá puedan tener mano de obra calificada en esa región y desarrollar una red de proveedores que permita que el desarrollo económico y educativo no esté concentrado solamente en el Valle de Aburrá.
Sería estratégico apoyar el fortalecimiento de otros ejes urbanos, para que el progreso pueda cubrir todas las necesidades de las personas que emigran a las ciudades demandando oportunidades que Medellín no alcanza a abarcar.
En cuanto a los grandes proyectos de infraestructura que están pendientes, como el Ferrocarril de Antioquia y el tren de la 80, estos deberían ser complementarios, no competir entre sí y con la gestión de nuestros gobernantes y la bancada antioqueña lograremos conseguir los recursos que nos corresponden de acuerdo con la Ley de Metros, y llevar a cabo esas obras que traerán tanto progreso y desarrollo.
Hay que desearles toda la suerte a todos nuestros mandatarios y ojalá en este tiempo de descanso previo a ocupar sus posiciones alcancen a leer a Machado de Assis.