Remontarnos en la historia de la Ciencia, Tecnología e Innovación -Cti- de Medellín nos remite a la universidad como su epicentro. En esos inicios, grandes personajes formados en universidades públicas locales crearon grupos de investigación enfocados, algunas veces, en resolver problemas al sector productivo pero más que nada con el propósito fundamental de inspirar a los nuevos estudiante sobre los enigmas de la frontera del conocimiento, de los descubrimientos, y del poder inventar algo.
Es posible que, para ese momento, no fuera claro para el sistema ni para la misma sociedad lo que estaba pasando, pero sin duda la inteligencia local estaba produciendo nuevo conocimiento, muy seguramente relevante y que el mundo necesitaría.
Los tiempos han cambiado y lo que era CTi cerrada, bajo secretos de Estado, hoy, gracias a la velocidad y a la democratización del conocimiento generada por Internet, se da bajo sistemas abiertos y relaciones sistémicas. Es decir, a medida que avanza la humanidad los problemas son más complejos y requieren de la conjunción de diferentes fuentes de conocimiento y de mayor velocidad para poder resolverlos. Esto es, hoy el Dr. Jorge Reynolds difícilmente trabajaría en su marcapaso sin un ingeniero mecánico, un estadístico, un ingeniero de materiales, un ingeniero de sistemas, un electrónico.
Estas lógicas de interrelaciones nos llevaron, hace un par de décadas, a la estrategia de parques científicos, que en Antioquia nunca funcionó, contrario a lo sucedido en el mundo, donde se confinaban investigadores y empresas para enfocar el conocimiento en la resolución de retos. Sin embargo, la misma velocidad, el cambio y la pertinencia de los desarrollos tecnológicos de cara a la sociedad determinó una transición de los parques tecnológicos a los distritos de innovación. Estos últimos lugares inmersos en la ciudad, zonas donde las grandes empresas de tecnología se asientan al lado de los grupos de investigación y muy cerca de los ciudadanos para poder testear las diferentes tecnologías en desarrollo. Con esto se logra darles un marco más real conectado con dinámicas sociales pertinentes.
En su momento, promovimos desde Ruta N el primer Distrito de Innovación de Colombia, en una zona maravillosa como lo es el barrio Sevilla, con su Universidad de Antioquia, Parque Explora, Jardín Botánico, Planetario, una red de hospitales, todo un centro de conocimiento que se ha ido conformando de manera natural y el cual quisimos impulsar para potenciar toda la estrategia CTi de la ciudad. Hasta planteamos el segundo complejo Ruta N con un edificio para la red de universidades del G8 ubicando parte de sus laboratorios allí, compartiendo conocimiento, investigando juntos, polinizando la tecnología de manera cruzada.
Hoy día el Distrito sigue allí a la espera de una oportunidad y en el entretanto se le da fuerza en paralelo al Distrito de Industrias Creativas, el cual me parece acertado y considero debe hacerse, pero la pregunta fundamental debe ser si la ciudad tiene la capacidad de desarrollar los dos Distritos a la vez. La fuerza que Medellín ha logrado a través de los años en materia de innovación debería ratificar la importancia de tener el primer distrito de innovación en Colombia.