Los fiesteros de siempre, los que tienen la casa en la calle, los amigueros que nunca han podido vivir sin corrillo. Esos se volcaron a la felicidad tan pronto se levantó la cuarentena escrupulosa. Muchos habían sido antes llevados al CAI por ‘indisciplinados’. Son mayoría, apuntalan a este país tronchado de sangres.
Hay otros que todavía se niegan a salir al aire, para proteger el aire de sus pulmones. Temen el contagio, se acuartelan sin necesidad de un patrullero que los encierre. Son minoría,...