Ya perdí la cuenta de las veces que he oído y leído, desde hace tiempos, que ahora sí será obligación reciclar las basuras desde la fuente. Sin embargo, la última vez que tuve noticias de esta iniciativa, hace pocos días, alcancé a emocionarme. En un video institucional, la Gobernación de Antioquia explicaba que, obedeciendo a una directriz nacional, el código de colores para la recolección de residuos sólidos sería unificado para todo el país, y que a partir del 1° de enero de este año que corre, sería de obligatorio cumplimiento depositar en una bolsa negra los residuos no aprovechables, en una verde los residuos orgánicos aprovechables y en una blanca los reciclables.
Yo, que vivo en una casa vieja de un barrio tradicional, que no conozco un shut de basuras ni por equivocación, corrí a comprar caneca con tres compartimentos para botar la basura sin remordimientos ambientales. No les miento: sentí una felicidad muy grande, tan grande como mi desilusión, días después, cuando me dispuse, como la más orgullosa y cívica, a sacar las bolsas el día de la recolección. La de papel, cartón, vidrio, tenis usados y demás, fue entregada al señor reciclador de la cuadra, como siempre. Las otras dos, justo a las voces de “el aseo, el aseo”, pero oh decepción al ver que iban a dar las dos al mismo camión. ¿Cómo así? ¿Y entonces para qué bolsas de colores distintos si todo va para el mismo relleno?, les pregunté a los señores. “Qué va, señora, eso es pura propaganda, a nosotros no nos han dicho nada. Siga como iba que aquí no estamos preparados para aprovechar los residuos”, dijeron. Snif, snif.
Algunos de los objetivos de la Resolución 2184 de diciembre de 2019 para evitar la acumulación inadecuada de residuos, la alteración del paisaje y el deterioro del ambiente, son optimizar el uso de los recursos para que permanezcan el mayor tiempo posible en el ciclo económico para aprovechar al máximo su materia prima y su potencial energético, con el fin de lograr una sostenibilidad ambiental que contribuya a la competitividad de las empresas y al bienestar de la población. Hasta ahí, muy bien. Pero necesito un alma caritativa que me explique cómo, si la mayoría de nuestros municipios, incluido Medellín, no cuentan con la infraestructura ni la logística que se requiere para un proceso de reciclaje que si no es en cadena no funciona. Si falla alguno de sus eslabones, el reciclaje no es viable.
De nada sirve unificar colores si no hay cultura de separación. Y de nada sirve separar residuos si las entidades encargadas no mandan carros diferentes para la recolección y disposición.
En Medellín existe la Ruta Recicla, que envía carros separados a recoger los residuos reciclables, pero funciona solamente en El Poblado. Como si no hubiera ciudad “del río pa’cá ni de San Diego pa’llá”.
A pesar de la que Resolución 2184 rige desde hace más de un año, lo cierto es que, a hoy, no hay un plan concreto para su implantación y cumplimiento. Otra vez ensillamos sin traer las bestias