El cambio climático podría hacer que el enfrentamiento entre el pobre sur y el norte rico se agudice al fortalecer las olas migratorias en pos de recursos y un mejor futuro.
El relator de Naciones Unidas para la pobreza y los derechos humanos, Philip Alston lo llama el apartheid climático. A 2030, dice, podría haber 120 millones de personas más bajo la línea de pobreza por ese factor.
El tema es preocupante. El cambio climático hará desastres y forzará a cientos de millones a emigrar, creando fuertes tensiones con los países desarrollados.
Chennai, ciudad india con 5 millones de habitantes está a punto de quedarse sin agua. Saná, la capital de Yemen, donde viven dos millones, va por el mismo camino.
La ola migratoria africana hacia Europa generando caos, se mantendrá, sugiere el periodista David Rieff en El Oprobio del Hambre. Y cita a Branco Milanovic, exfuncionario del Banco Mundial, quien afirma que la desigualdad es el factor más importante: “...el fenómeno de la emigración no es una casualidad, ni un accidente, una anomalía o una curiosidad. Es simplemente una respuesta racional a las grandes diferencias en el nivel de vida”.
Una realidad que encuadra con lo que sucede en Centroamérica con las decenas de miles que buscan llegar a Estados Unidos.
Si bien la pobreza global y las hambrunas se han reducido, con vaivenes, el aumento poblacional hace que en términos reales no se sienta el efecto.
Las sequías, el aumento del nivel del mar, los extremos climáticos, exacerbarán esa situación. En 2014, el entonces jefe del Banco Mundial, Jim Yong Kim, advirtió que “la lucha por el agua y el alimento serán los más importantes impactos directos en el cambio climático entre los cinco y diez años próximos”.
Se reducirán cosechas y al escasear el agua las personas tendrán que moverse, aumentará el riesgo de inestabilidad política y terrorismo. El Departamento de Defensa de Estados Unidos considera que el cambio climático es un multiplicador de amenazas.
Siria es ejemplo de cómo el clima inhóspito atizó los enfrentamientos.
Un futuro conmocionado. No solo migraciones externas sino movimientos internos, acelerados por lo que la especialista china Changhua Wu llama “el advenimiento de la edad del calor”, cita Rieff.
El norte contra el sur por recursos que comienzan a escasear. ¿Cómo frenar el creciente número de migrantes que buscan vivir o, mejor, sobrevivir? ¿Están condenados los más pobres a morir?
Maullido: un intercambio vial no remedia la congestión, la traslada.