Tiene chufla que solo un día después de que los Tres Reyes Magos de Oriente hayan colmado de regalos a toda España y parte de América, tengamos por aquí a los boliburgueses podemitas en el Gobierno de la Nación. Y tiene guasa por partida triple. Primero, porque la sesión de investidura del socialista presidente Sánchez se produce en segunda ronda, con el margen más rácano de la historia democrática patria, solo un día después de una de las mayores festividades religiosas más veneradas por estas tierras. Festividades que, si pudieran, eliminarían de un plumazo Sánchez, sus socios comunistas de Podemos y toda la jauría antimonárquica y separatista que respalda al nuevo Gobierno. Y no les quepa duda de que, si fuera por estos bolcheviques con cuentas corrientes de varios ceros en el «Disney Bank» holandés Triodos, pagadas por el chavismo, mandarían a todos los católicos a las catacumbas o, peor aún, a los leones. Segundo, se trata de la quinta ocasión en la que Sánchez trata de ser investido. En todas las anteriores, el presidente por accidente ha fracasado estrepitosamente. De hecho, su investidura no aguanta un constipado de uno solo de los diputados que han comprometido su apoyo. Porque si no se le tuerce la cosa, Sánchez será presidente por solo dos votos a favor (167 contra 165). La mayoría más ajustada que ha conocido nunca la investidura de un presidente en la historia de la democracia en España para el candidato que también será presidente con el menor respaldo popular de la historia: 120 escaños y 6.752.983 votos. O lo que es lo mismo: tres diputados y casi 800.000 votos menos que los que había obtenido seis meses antes de la repetición electoral que él mismo provocó para tratar de sacar ventaja. Tercero, el pitorreo máximo llega ahora: hace solo dos meses, en el último debate electoral, Sánchez renegaba de Podemos, partido del que dijo no le dejaría dormir «ni a él ni al resto de españoles si llegaba al poder», llamaba «racista» al presidente regional catalán, un palurdo cualquiera apellidado Torra que acabará en la cárcel como los anteriores secesionistas, y renegaba de los herederos de la banda terrorista ETA, un partido llamado Bildu con cinco escaños en el Parlamento español. Gracias a todos ellos, y a los aldeanistas catalanes de ERC, de los que también despotricaba Sánchez hasta anteayer, este tahúr del travestismo político dejará la interinidad en la que lleva instalado año y medio.
Pero no se tomen a broma según qué cosas. Porque el Gobierno socialcomunista que se nos viene encima en España ya causa estragos no solo aquí, donde al menos tenemos el paraguas de la Unión Europea y de Alemania, que ya frenó en seco los desafíos de gasto de Syriza en Grecia, sino también en Bolivia y Venezuela. Para muestra lo ocurrido frente a la embajada mexicana en La Paz con un puñado de policías españoles enmascarados a las órdenes de Podemos haciendo el ridículo más espantoso, y lo acontecido en Venezuela, donde la satrapía cocalera de Maduro ha aprovechado para vulnerar su propia Constitución bolivariana y perpetrar un golpe contra la Asamblea y el presidente Guaidó. No sé si han visto las bochornosas imágenes de los gorilas de Maduro desatando su violencia. Lo peor es que ni enfundados en trajes se les borra su aspecto matonil, como a sus amiguitos boliburgueses de aquí, solo que estos no aguantan ni un asalto. Esperemos que esto no acabe como la última vez que co-gobernaron en España socialistas y comunistas: en una Guerra Civil.