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Trump, otra vez incendiario

Por Carlos Alberto Giraldo M.

carlosgi@elcolombiano.com.co

Que se encarezca el petróleo como resultado de la operación en la que fue asesinado el general iraní Qasem Soleimani no parece tan grave como los barriles de combustible lanzados por el gobierno de Donald Trump a la hoguera del conflicto en Oriente Próximo. La muerte de un militar tan respetado en la “cuasi teocracia” iraní revive el odio visceral del mundo musulmán chiita contra Estados Unidos, y la sentencia de una “venganza severa” por parte del ayatolá Ali Khamenei habrá que tomarla en serio.

La molestia en el Congreso de EE.UU. porque semejante ataque fue inconsulto valida la idea de que se trató más de un golpe político de Trump, en plena campaña electoral, que de una acción tejida con cálculo tirando de los hilos que mueven el escenario de las tensiones y las jugadas militares en la región.

China pide prudencia a las partes. Rusia condena el asesinato y advierte del agravamiento posible de las hostilidades. No habrá guerra, coinciden los expertos, pero sí retaliaciones de calibre.

Las ambiciones y las jugadas de Trump le restan calidades de estadista serio, y ponen a la humanidad ante riesgos graves. El dolor y la ofensa que se leen en los ojos de la cúpula iraní, en momentos en que Trump con sanciones comerciales había reversado a cero las relaciones entre ambos países, y ahora con la humillación de reducir a cenizas al líder y estratega de sus fuerzas militares, traerán violencia. Los iraníes no bufan.

Trump ha dicho que antes que empezar una guerra, quería evitarla, pero el mundo musulmán chiita ha sido herido en su orgullo militar por la baja de un general cuyo criterio era apreciado no solo en Irán sino en toda la región.

Razón tienen algunos demócratas, no porque Soleimani no fuese un objetivo militar legítimo e importante para EE.UU., dados sus vínculos con milicias terroristas, sino porque el momento parece ser el menos indicado. Cualquier diálogo Washington - Teherán ha sido sepultado por ahora. Parece inevitable que brotará la ira de los radicales y que en no mucho tiempo se verán las retaliaciones iraníes en una escala que no se sabe si será quirúrgica o masiva e incluso desproporcionada.

El gobierno de Trump empieza a dejar la herencia problemática -pendenciera e incendiaria- que se le vaticinó, y que aún puede ahondar en la gravedad de sus heridas al entendimiento y la estabilidad de Oriente Próximo y del mundo. A él, tan fanfarrón, lo tiene sin cuidado.

Golpes y contragolpes pueden llegar tras este que para los iraníes es un magnicidio. Ojalá la gravedad de lo que puede desatar no se parezca mucho a las cábalas que asocian a Trump con desgracias peores antes de que acabe su mandato.

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