Es admirable el estoicismo de muchísimos viajeros que recorren los caminos colombianos en estos días de vacaciones y en especial las trochas de una región como Antioquia, castigada por el centralismo desde los tiempos coloniales. No digamos que se trata de heroísmo, aunque lo parezca en algunos casos en que se ven familias enteras, con niños de brazos, sometidas a las improvisaciones, la falta de planeación y la información inexacta y engañosa de responsables de construir carreteras como las de doble calzada, a los que muy poco interesan las incomodidades de la gente.
Es mucha gracia que alcance a desarrollarse la llamada industria sin chimeneas donde el ser humano, el forastero como el nacional, que debería ser el objetivo principal de todos los planes y estrategias orientados a fortalecer ese sector, resulte apenas un actor secundario, tal vez debido a su tradicional conformismo, a su capacidad de resistencia y a su estado habitual de ataraxia, de imperturbabilidad ante las circunstancias adversas. La gran mayoría de la gente soporta maltratos, alteración caprichosa de horarios y desconsideración por las privaciones y los sacrificios que, por paradoja, forman parte de la condición de viajero.
Cito sólo un ejemplo de hace dos días: En las obras de la vía entre La Pintada y La Felisa, que por fin están adelantándose, la información ha sido confusa y no siempre se ajusta a lo que se observa y aguanta en la realidad. Se ha dicho que hay cierres programados hasta las doce del día, con excepción de los domingos. Un viajero previsivo, entonces, calcula el tiempo de salida para que pueda coincidir con cierres y reaperturas. Si va desde Medellín hacia el Quindío, por ejemplo, sale con ventaja para llegar a La Pintada cuando estén dando vía. ¿Qué sucedió el viernes? Se abrió el paso a las doce del día. Y volvió a cerrarse antes de lo anunciado, hacia la una de la tarde, hasta las cinco. Una larga espera de centenares de personas entusiasmadas por llegar al Quindío de día, o a Medellín, en el otro sentido. Y no es poca la gente que se abstiene de andar por las vías alternas, por Aguadas o por Caramanta, porque no ofrecen mínimas facilidades como carreteras opcionales, cuando sería lo justo que les hicieran reparaciones y mejoras.
¿Importan los seres humanos en los proyectos viales? ¿Hay conciencia de lo que representa la información clara y veraz sobre el manejo del tiempo, el cierre y la apertura del paso en los sitios de retención y la utilización de simples volantes, megáfonos y centrales telefónicas, para que la gente sepa a qué atenerse cuando la fuerzan a esperar horas y horas sin tener noticias? Viajar por nuestros caminos es proeza de estoicos.