Por Agostinho J. Almeida
29 de abril de 2019. Este fue el día en que tuve el honor de ser designado como director del Centro afiliado al Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés) para la cuarta revolución industrial en Colombia (C4IR.CO); un día antes de su lanzamiento oficial en que los fundadores el presidente Duque, el Ministro Restrepo y el entonces alcalde de Medellín Federico Gutiérrez pusieron en marcha esta iniciativa en alianza con el WEF. Operado por Ruta N, el C4IR.CO ha sido un ejemplo más de la capacidad del país y la ciudad para atraer organizaciones de renombre y alcance global. Y así empezó este nuevo emprendimiento, enfocado en maximizar el impacto de tecnologías emergentes en la solución de problemas sistémicos. Las operaciones comenzaron en agosto y 2019 fue un año para definir la estrategia, probar el modelo, encontrar personas afines para enfrentar el desafío y generar confianza. También fue un momento para construir relaciones, comprender quiénes eran los verdaderos aliados y asumir riesgos. 2020 comenzó con una cartera de proyectos más sólida, un equipo más consolidado y el sueño creció. Un sueño enfocado en ser humano, actuar de forma diferente y cambiar el mundo. Por cierto, hubo un cambio de liderazgo en la ciudad con una nueva administración municipal y dirección en Ruta N, sin embargo parte de la responsabilidad que tenemos es entender cómo alinear nuestro propósito con la visión de diferentes líderes.
Durante este primer año de operaciones, he podido confirmar varias premisas que en el pasado viví cuando fundé mis primeros emprendimientos, independiente de si son del sector público o privado. Primero, confianza como piedra angular. Cuando comencé este viaje, inmediatamente pensé en dos personas en las cuales confío ciegamente: Sergio Naranjo y Tatiana Roldán. Juntos empezamos, sin claridad del camino es cierto, pero con la misma voluntad; y es que la confianza que ellos colocaron en mí fue algo que se fue extendiendo y construyendo con las diferentes personas del equipo y los aliados, por lo cual estoy verdaderamente agradecido. Segundo, foco y mucho trabajo como motor. La confianza no surge del vacío ni mucho menos se mantiene por magia. Es clave mantener claridad en el propósito pero en cualquier emprendimiento es necesario dedicación 24/7: el camino es largo y los días a veces no parecen tener fin pero es esa milla extra la que hace la diferencia. Tercero, comunicación clara y asertiva con los grupos de interés, internos y externos; sin esto, es mucho más fácil perderse en el camino.
Aunque la confianza, foco y trabajo y comunicación sean indudablemente factores de éxito para emprender, por sí solos no son suficientes, particularmente en el sector público. Las idiosincrasias de este entorno, desde lo político y relacional hasta lo contractual, pueden hacer que el propósito se diluya, el trabajo incansable no tenga impacto y los lazos de confianza se pierdan. La misma naturaleza del financiamiento público está construido sobre el control y vigilancia y no la confianza. Es vital entender esto, porque realmente no es para todos poder enfrentar los retos de este sector. Afortunadamente, existen aliados -organizaciones y personas- nacionales e internacionales que nos siguen motivando y haciendo creer que sí es posible. De lo contrario, cualquier día podría parecer no tener fin.