Por JORGE A. SIERRA C.
Tenemos un hijo adoptado que hoy ya tiene 35 años. Creció con nosotros desde los dos meses de edad, cuando fuimos bendecidos con la entrega en la Casita de Nicolás.
Hace poco más de un año, nuestro hijo tuvo oportunidad de conocer y encontrarse con su madre biológica, un acontecimiento de alegría y celebración al descubrir a una madre que, en vez de abortarlo, lo entregó en adopción. Nuestro hijo siempre pensó en aquella mujer (madre biológica) que valoró la vida por encima de cualquier otra opción.
Ahora que se debate sobre el aborto, traigo a colación este hecho que sin duda puede servir de reflexión para saber que el asunto no pasa por leyes ni por consideraciones de izquierda o de derecha, sino por el significado de la vida.
Los seres humanos poco trascendemos en lo que significa la concepción. Alguien decía: aquellos que engendraron por placer y abortaron por comodidad personal, no entienden el significado de la vida.
Está claro que existen razones excepcionales para despenalizar el aborto, ya definidas por la Corte Constitucional en 2006. No se entiende ahora para qué ahondar en más supuestos que no son más que la comodidad de poder engendrar sin responsabilidad.