Aunque suene a frase de cajón, estamos en un momento muy especial. Sin duda, histórico. En la órbita local, la conversación y el debate sobre los aspectos fundamentales del país son una gran noticia. Que se pongan sobre la mesa aspectos críticos como las reformas que requiere el país, no solo legales, sino, sobre todo, de innovación, para mejorar el sistema tributario, la justicia, la educación, la salud, las pensiones, la distribución de la tierra y repensar algunas instituciones, es una gran oportunidad para avanzar hacia un mejor país desde la unidad y la diversidad. Es una gran oportunidad para entender lo que han hecho bien Noruega, Australia, Suiza, Países Bajos, los escandinavos, Panamá, Singapur, entre otros. Hay suficiente ilustración. Es una gran oportunidad para que Petro se meta a la historia como un estadista de verdad, modelo Felipe González en España, con todas sus luces y sombras. Y una muy buena oportunidad para alejarnos de tanto loco del vecindario.
Pero el debate empieza a ser desigual, con unos partidos políticos anodinos y carentes de propuestas. Desigual en el tono. A ciertos sectores se les está hablando duro: Agrícola, energético, comercio, salud y pensiones. A otros se les está hablando pasito o ni siquiera se les está hablando: Educación y justicia. ¿Por qué?
Desigual en lo técnico. Para algunos futuros ministros el espejo es la Ocde. Para otros, las ideologías sin sustento. Como bien lo ha expresado José Antonio Ocampo, la reforma tributaria se debe enfocar en actualizar de manera estructural el sistema tributario frente a estándares internacionales de progresividad probados en los países Ocde, frente a los cuales Colombia tiene una relación de recaudo/PIB muy inferior. Mientras esto plantea Ocampo, a la futura ministra de Salud, Carolina Corcho, no parece interesarle abrir un debate con datos, con estándares internacionales comparativos, con el espejo de la Ocde, sino con una agenda oculta politizada. Tenemos un sistema de salud que funciona cada vez mejor. Lo demuestran los datos nacionales e internacionales. Pero, como decía Mafalda: “Hoy he aprendido que la verdad desilusiona a la gente”; sobre todo, cuando el otro ha decidido no entender.
Y mientras estamos concentrados en lo local, el mundo tiembla ante los temores de una gran recesión, el desabastecimiento de alimentos y el escalamiento de la invasión rusa. Europa, además, tiembla por su seguridad energética. Ya lo advirtió el presidente del BID. “Estamos ante una oportunidad inédita en la región, pero la politización puede desaprovecharla”. En este escenario tan Vica (volátil, incierto, complejo, ambiguo), muchos países están jugando duro. ¿Nosotros vamos a jugar?
Puede ser la gran oportunidad para replantear las relaciones internacionales con un liderazgo potente de Colombia en seguridad energética, alimentaria y cambio climático. Para aprovechar el nuevo enfoque de regionalización que sustituirá al de globalización. Para movernos antes de que la tormenta perfecta llegue sobre China. Para que aprovechemos la nueva agenda que tienen que abrir Europa y Estados Unidos. Un momento inédito muy Vica, un momento retador. Aprovechémoslo. Juguemos bien. Juguemos a ganar