Por Valentina David Mesa
Universidad Pontificia Bolivariana
Psicología, semestre 5
valen.davidm@hotmail.com
Como jóvenes, es angustiante observar el panorama actual de nuestro país. Día tras día se suman a las noticias actos de intolerancia y corrupción que son muestra de odios radicados en la cultura, en la que la muerte ha protagonizado varios titulares de nuestros medios de comunicación. La peor parte es que muchas de esas historias no pasan de ser solo eso, una “noticia”. En medio de todo, el miedo a nuestro futuro crece constantemente, con las pocas garantías que nos ofrece el Estado.
Los jóvenes nos encontramos en posiciones complejas, y entendemos que nuestra educación debe ser más que un privilegio. Es un deber en medio de tantas crisis, es una herramienta vital para sanar las venas abiertas que tenemos en nuestro territorio, como lo menciona Eduardo Galeano en su libro Las venas abiertas de América Latina, todo esto nos lleva a preguntarnos ¿cuáles son las bases morales de nuestra sociedad?, ¿qué nos ha llevado a tantos límites?
Sabemos que la ética es una posición ante la vida, de raíz filosófica, que ayuda y regula nuestra toma de decisiones. Bien lo decía Sócrates cuando plantea con su máxima “Conócete a ti mismo” que cuando el ser humano toma conciencia de su lugar en el mundo, hace reflexiones que le permiten actuar de manera humana y positiva frente a la sociedad. Es por esto que se vuelve increíble pensar que han pasado siglos desde que se planteó ese pensamiento y nuestro pueblo sigue sin tener conciencia de su lugar; es decir, no nos conocemos, ni como personas, ni como sociedad.
Esto debe llevar a reflexionar sobre el tipo de ciudadanos que estamos siendo y formando, desde cada posición social: ¿cómo se aporta desde la individualidad a la construcción de una Colombia que vaya más allá de la violencia y la corrupción? A pesar de esto, tenemos un deber importante y bonito de no permitir que el poder político se trasforme en arma de represión, ni que el monopolio del poder amenace la integridad del ser humano. Una tarea importante de cualquier colombiano es pasar de ser un crítico de la ideología del otro, a ser un amigo del progreso y las dinámicas positivas dentro de nuestra sociedad. Si bien es cierto que no se pueden erradicar los conflictos que son naturales en el hombre, es mejor trabajar por un bien común que polarizarnos más.
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