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Aldo Civico
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Una Belleza Irreprimible

Por ALDO CÍVICO

aldo@aldocivico.com

En la víspera de Navidad estaba a punto de irme a dormir, cuando se me ocurrió la idea de leer la homilía del Papa Francisco. En la Nochebuena, el Papa habló del amor incondicional y gratuito del cual es capaz Dios. Una frase en particular me llamó la atención. Dijo el Papa: “En lo profundo de nosotros, hay una belleza indeleble e intangible, una belleza irreprimible, que es el núcleo de nuestro ser”.Leí la frase varias veces. Me puse a pensar. Después de todo, si no fuera verdad que una belleza irreprimible es la esencia de nuestro ser, ¿cómo podría un Dios amarnos? De hecho, le damos razones a diario para hacer lo contrario. Por eso, para reconocer esta belleza en nosotros, Dios debe necesariamente contemplarse a sí mismo en nosotros, reconocerse, y vernos como partículas de su misma esencia; partes de la misma substancia y realidad. Entonces me pregunté, ¿cómo cambiaría la calidad de nuestra vida si fuéramos más conscientes de la belleza indeleble e irreprimible que llevamos dentro de nosotros mismos? ¿Cómo trataríamos a los demás de manera diferente si nos diéramos cuenta de que los otros también comparten esta misma belleza intangible?

En la antigüedad, el Creador quería esconder algo de los humanos hasta que estuvieran listos para verlo. Reunió a todas los demás seres de la creación para pedirles consejo. El águila dijo: “dámelo y lo llevaré a la montaña más alta de toda la tierra”, pero el Creador dijo: “No, un día conquistarán la montaña y la encontrarán”. El salmón dijo: “Déjalo conmigo y lo esconderé en el fondo del océano”, pero el Creador dijo: “No, porque los humanos son exploradores de corazón, y un día también irán allí”. El búfalo dijo: “Lo tomaré y lo enterraré en el corazón de las grandes llanuras”, pero el Creador dijo: “No, porque un día incluso la piel de la tierra se rasgará, y la encontrarán allí”. Las criaturas de la creación quedaron perplejas, pero luego un viejo topo ciego habló. “¿Por qué no lo pones dentro de ellos? Ese es el último lugar donde buscarán”. El Creador dijo: “Está hecho”.

Quizás por la tendencia que tenemos los humanos de mirar y buscar siempre afuera de nosotros mismos, nos olvidamos de la belleza irreprimible que tenemos dentro. Buscamos el tesoro afuera, cuando en realidad vive adentro. ¿Qué salto de calidad daría nuestra vida, si recordáramos que la felicidad no está afuera de nosotros, sino que es nuestro estado natural, dado que la plenitud no es algo que podemos poseer, como si fuera un objeto tangible, sino que es un estado de ser?

Escribe el autor Michael Neil, “el bienestar no es el fruto de algo que haces; es la esencia de quien eres. No hay nada que necesites cambiar, hacer, ser o tener para ser feliz”. Es decir, cuando comencemos a comprender que el bienestar es nuestro estado de ser natural y no un objetivo a perseguir, rápidamente nos daremos cuenta de que todo lo que tenemos que hacer para recuperarlo es dirigir nuestra atención desde afuera hacia adentro.

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