La lucha de la humanidad para derrotar la pandemia de covid-19 se cierra en 2021 con dos noticias discrepantes que muestran cómo ha crecido la desigualdad. La primera es la confesión de una derrota. La segunda es un anuncio que es motivo de esperanza para los países más pobres.
La confesión es del director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus: el objetivo de conseguir que un 40 por ciento de la población del mundo estuviera vacunada contra el covid-19 a finales de este año no se logró, ya que 92 países no alcanzaron esa meta. Aunque la tasa media de vacunados en el mundo llegó al 60 por ciento, las tasas reales de los países más ricos oscilaron alrededor del 80 por ciento. En cambio, las de los países más pobres –como los del continente africano– apenas se mantuvieron alrededor del 8 por ciento.
El anuncio que trae esperanza es la autorización para uso de emergencia de la vacuna Corbevax, otorgada esta semana por las autoridades sanitarias de India. Esta es la primera vacuna que se comparte sin patente, lo que permitirá su producción a bajo costo en los países pobres. La vacuna fue desarrollada por el Centro de Vacunas del Hospital para Niños de Texas y el Colegio Baylor de Medicina en Houston, en un convenio en que también participó la empresa Biological E Limited, de India.
Los datos de la vacuna podrán ser compartidos con fabricantes de todo el mundo con el objetivo de que diversos laboratorios y países puedan producir sus propias versiones de Corbevax.
La derrota de la que habla el director de la OMS se debe a las condiciones desiguales en que los países más ricos y los más pobres tuvieron que enfrentar la pandemia. La muestra más dramática fue el fracaso del acuerdo COVAX, un mecanismo que nació como un enorme pool de vacunas del cual todos los países firmantes pudieran obtener sus dosis, que se repartirían de forma igualitaria. Sin embargo, los países más ricos empezaron a firmar acuerdos bilaterales con las grandes farmacéuticas, compraron la mayor parte de su producción de vacunas y COVAX quedó reducido a un acto de buena voluntad de los países ricos para con los pobres.
De este modo, de los 994 millones de dosis que pretendían destinarse a COVAX, los grandes laboratorios solo entregaron 120 millones. Además, los países más ricos tampoco cumplieron su promesa de entregar a los más pobres 1.800 millones de dosis. Solo entregaron una séptima parte. La OMS atribuyó a esta repartición desigual la causa de que la pandemia se haya alargado más de lo debido y de que hayan aparecido nuevas variantes como delta y ómicron, en países pobres, que ahora se han propagado a los países ricos.
“Mientras el virus siga circulando en alguna parte del mundo, no vamos a tener una isla epidemiológica en ningún país o región” dice el médico Daniel López Acuña, exdirector de Acción en Crisis de la OMS. “Nadie estará a salvo hasta que no estemos todos a salvo. La pandemia es global”.
Es la misma advertencia que hacen los investigadores del Colegio Baylor de Medicina y del centro de desarrollo de vacunas del Hospital de Niños de Texas, creadores de la nueva vacuna Corbevax: “Vacunas seguras, optimizadas y de bajo costo para los países de ingresos medios a bajos son fundamentales para la lucha mundial contra la pandemia. Sin una vacunación generalizada de la población en el Sur Global, las variantes de virus adicionales seguirán surgiendo. Esto obstaculizará el progreso logrado por las vacunas actualmente disponibles en Estados Unidos y otros países de occidente”