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Luis Fernando Álvarez
Columnista

Luis Fernando Álvarez

Publicado

VIDA Y MUERTE DE LAS CONSTITUCIONES

Por LUIS FERNANDO ÁLVAREZ J.

lfalvarezj@gmail.com

A propósito de la conferencia dictada en Viena el pasado 29 de octubre por la profesora Kim Lane Scheppele (Princeton University - experta en regímenes autoritarios) bajo el título “The life and death of constitutions”, vale la pena formular las siguientes reflexiones:

¿Por qué está en crisis la democracia constitucional? Todo parece indicar que las democracias están fallando desde su propio diseño constitucional, pues quienes de acuerdo con las reglas constitucionales están accediendo al poder, son autócratas legalistas que utilizan la normatividad para acabar con el orden constitucional preestablecido, lo que en últimas significa que el diseño normativo del poder basado en la Constitución, es lo que lleva a la destrucción de la propia Constitución y de la democracia, porque el objetivo, más o menos consciente de los autócratas, es destruir la democracia a partir de métodos establecidos por la Constitución y la ley: “El legalismo personalizado socava el constitucionalismo objetivo”.

En efecto, los autócratas legalistas son aquellos que ganan las elecciones con plataformas populistas de derecha o de izquierda, prometiendo cambios y efectividad en la búsqueda de un supuesto nuevo pacto social. Posteriormente, una vez en el poder, buscan atacar la constitución mediante la implementación de reformas o la utilización de curiosos métodos de interpretación. Además, para remover el sistema de pesos y contrapesos, atacan la independencia y autonomía de los jueces, la libertad de prensa, las iniciativas empresariales de la sociedad civil y finalmente “obligan” guardar total lealtad a su mandato mediante el ejercicio y control del “poder represivo” del Estado a través de “una guardia nacional”, la policía, los servicios de inteligencia y una fiscalía general interina. Para lograr sus objetivos, deslegitiman la oposición y el pluralismo y redescriben las leyes electorales con el fin de garantizar su permanencia y/o su victoria en las siguientes elecciones.

Habría que preguntarse: ¿Será que lo que sucede es culpa de los electores? No, no es culpa de ellos, porque usualmente cuando votan por estos personajes no hay señal clara sobre posturas radicales. No es que los votantes sean irresponsables, es que el problema viene de la lejanía y debilidad de control por parte de los elementos reales de poder, en especial de los partidos políticos.

Los partidos no sólo se han debilitado, sino que han apoyado gobiernos corruptos y clientelistas. Al debilitarse y gobernar mal, abren el camino para que el autócrata (antipartidos) suba al poder y se quede ahí, dizque porque la gente quiere un cambio.

La ciudadanía se cansó y si la ponen a escoger entre votar por lo mismo que tanto le fastidia o por algo diferente, escoge lo diferente. En principio esto es lo que plantea una democracia sana, el problema es cuando en la búsqueda de novedad, los electores incurren en error y caen en manos de personas que con la misma ley destruyen el Estado constitucional. Es curioso lo poco que se ha reflexionado sobre la responsabilidad de los partidos políticos en lo que está sucediendo.

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