De joven me dijeron que había tres cosas en las que no se debía confiar inmediatamente: la cojera de los perros, las lágrimas de las mujeres y las promesas de los hombres. Creer en ellas sin comprobación previa podría implicar riesgos de juicio y decisiones potencialmente equivocadas. Pero de mayor tuve que agregar una cuarta: Datos oficiales chinos. La información que sale de China es poca y manipulada por el Partido Comunista Chino (PCCh).
El supuesto “éxito” chino en la propagación de la tardía contención y manejo previo del covid-19, cuyos datos reales nunca sabremos, ha llevado a la mamertera internacional, nacional y local a proclamar que definitivamente el sistema liberal occidental es un fiasco y que no hay nada mejor que el Estado gigante comunista, omnipresente y regulador de hasta el mínimo detalle de los ciudadanos y de todo.
Amplificados por medios de comunicación ignorantes o adoctrinados, abundan las analistas de varios pelambres que propalan la narrativa según la cual, en las crisis, los modelos centralizados del Partido Comunista tienen una gobernanza muchísimo mejor que las de las democracias liberales. Dicen que gracias a las “bondades” de la dictadura del PCCh, a mi juicio la peor plaga de este afligido planeta, pudieron resolver envidiablemente el problema que ellos mismos crearon.
Afortunadamente la realidad y los contraejemplos son contundentes, aunque menos promocionados por la pléyade de medios mamertizados. Podrían mencionarse los casos de Japón y Taiwán, pero por limitaciones de espacio mencionaré solo a Corea del Sur que, gracias a su vecindad con la dictadura de Corea del Norte, es la mejor demostración que el comunismo es más dañino que cualquier cosa creada por el hombre.
A pesar de la cercanía de China y el flujo enorme de personas de ese país hacia Corea del Sur, de tener una población densamente urbana y con una de las tasas de uso de transporte público más altas del mundo, con medidas rigurosas pero sin apelar a las dictatoriales maoístas, han demostrado que no se necesitan Estados gigantes y opresivos de corte comunista para resolver las crisis y prosperar. Un estado eficiente como el surcoreano, distinto a grande, promotor desde hace tiempo de avances tecnocientíficos como las tecnologías de la información y la biotecnología que permitieron la producción y ejecución pronta e impresionantemente masiva de pruebas para la detección de infectados, ha logrado resultados extraordinarios. El número de muertos e infectados por millón de habitantes en Corea del Sur, a pesar de haber estado expuesto al contagio durante más días que muchos otros países, es la prueba contundente de que es mentira que la democracia liberal es por naturaleza ineficiente para atender lo público y que la solución son los regímenes comunistas estatistas. Las democracias liberales modernas, eficaces y eficientes pueden responder a los problemas con operaciones con bisturí y no con mazo, como China.
Los comunistas, fracasados histórica y recurrentemente, otra vez volvieron a hacerlo.