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Hoy, quinto domingo del tiempo ordinario, la Palabra de Dios nos lleva a confrontar nuestra vida y compromiso cristiano para seguir a Jesús “mar adentro”; invitándonos a discernir la diferencia entre Profesión y Vocación. Hace 8 días nos mostró la vocación profética de Jesús.
Podríamos decir que el ejercicio de toda profesión, resulta de una elección personal centrada en mis gustos y condiciones; mis capacidades y preparación para desarrollar dicha profesión. Soy Yo quien elige, y no tengo que salir de mí, para realizar esta elección de mi profesión de vida. La vocación, al contrario, es un llamado de otro distinto a mí; quien teniendo en cuenta mis gustos y capacidades, me llama y convoca para una vida, misión o profesión. No soy quien elige, soy el elegido, que acepta. La vocación me trasciende, viene desde afuera de mí; pero implica toda mi vida en la respuesta dada.
En este mundo de hoy, tan centrado en uno mismo: “mi vida”, realización, gustos y aspiraciones... (tan egoísta); obviamente resulta extraño concebir la vida y profesión como una vocación. La fidelidad al llamado o vocación, puede desaparecer, fácilmente, ante la presión de un: “es mi vida”, “mis deseos” los que cuentan. Como consecuencia, desaparecido ese Otro que llama; es claro que desaparezca toda vocación. Tengamos presente, que no hablamos sólo de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Las incluye, cierto, pero nos referimos al mundo laico y secular que requiere, muchas “vocaciones”, en todos los ámbitos y profesiones.
Cuando no se tiene “vocación” en la vida, fácilmente se abandona todo compromiso, misión o colaboración. Quizá no sea lo mismo consultar a un médico por profesión, que ir a otro que lo es por “vocación” y profesión. Así con todo lo demás.
Cuando el “que...hacer” humano está centrado solo en uno mismo, sus gustos y caprichos, es intrascendente. No va más allá, aun cuando sea muy profesional. En este sentido, “cualquiera” lo puede realizar o puede desaparecer. Creo que no está lejano el día en que las máquinas (robots), tomen a su cargo, nuestro “que...hacer” humano; nuestra profesión. Ya hemos podido experimentar lo que esto produce, en este mundo nuestro de convivencia y relaciones fracturadas.
Curioso que a pesar de costos y lamentos tan elevados; algunos consideran que es el mejor mundo porque vamos creciendo y ganando; porque “aparentemente”, producimos más. Somos más efectivos, eficientes y productivos..., pero la pregunta es: Eficientes y Productivos ¿De qué? ¡Qué horror! cuando aún no tenemos idea de hacia dónde vamos o queremos.
Quizás está volviendo el momento de reconocer la grandeza del “Otro” con mayúscula: Dios. Quien “llamándonos” (Vocación) nos está llevando más allá de nosotros mismos, nos está invitando a trascender, a Remar Mar adentro..., como a Pedro; en un mundo que sentimos más grande que el mar, pero en realidad no es más que un “vaso de agua”, intrascendente, en el que muchos se nos ahogan. Olvidamos pescar (salvar) hombres .
