Síguenos en:
Diego Aristizábal
Columnista

Diego Aristizábal

Publicado

Volverse coleccionista

Por Diego Aristizábal

desdeelcuarto@gmail.com

Tengo un amigo que no es un gánster, es un promotor de lectura. Lo conocí cuando yo vivía en Bogotá, no en Medellín, donde tantas veces lo admiré por su trabajo como salvador de almas en las bibliotecas o en los barrios. Pero así es la vida, los amigos también surgen de los libros, del amor por las historias, o simplemente cuando llega el momento. Nada debe presionarse en esta vida, poco a poco lo voy entendiendo.

Mi amigo, que la verdad tiene cara de gánster y promotor de lectura a la vez, en realidad es un lobo, y es un lobo desde que decidió volverse un buscador compulsivo de cualquier edición de “Caperucita roja”. Si alguien sabe de este personaje es él, si alguien busca por donde sea y como sea una edición especial de la muchachita es él.

Cada que voy a visitarlo a El Retiro, no dejo de sorprenderme con su colección, bastante generosa. Para mí, él es quien más sabe y ama a la rojita, y no solo eso, es generoso y comparte sus conquistas y anécdotas como un verdadero promotor de lectura. Cada que llega una visita a esa casa, que parece un bosque, él los guía al lugar sagrado donde en una hora, más o menos, hace un recorrido por los libros más raros, exóticos y fantásticos de la caperuza. Verlo me produce fascinación por las personas que constituyen colecciones, porque pasar la vida buscando algo siempre depara grandes sorpresas.

Cada que pasan los días, mi amigo es más lobo, uno manso y noble, uno bueno y apasionado, que también debe ser perverso, como todo lobo al acecho; por eso esta semana que estuve en Bogotá en un encuentro de ferias del libro regionales, me encomendó una misión muy especial: llevarle una edición limitada de Caperucita que le mandaron. La suya, según leo atrás, es la 2 de 10. La hizo Perro Picado Studio y es preciosa, un librito tejido a mano en Ecuador que solo usa el rojo y el negro y deja ver las costuras blancas. La advertencia que me hizo fue la siguiente: “Cuando te la pase no la sueltes por nada del mundo mundial. En tu equipaje de mano, please”.

Tremenda misión, llevarle algo a un coleccionista es muy delicado, qué tal que uno lo pierda, le riegue el café o, en el peor de los casos, se enamore profundamente de ese librito y, a partir de ese instante, uno decida, radicalmente, volverse la competencia del coleccionista y desaparecer el encargo. ¿Cómo reaccionaría el lobo? Empezar con un libro bellísimo siempre es una buena opción. Esta historia continuará...

Porque entre varios ojos vemos más, queremos construir una mejor web para ustedes. Los invitamos a reportar errores de contenido, ortografía, puntuación y otras que consideren pertinentes. (*)

 
Título del artículo
 
¿CUÁL ES EL ERROR?*
 
¿CÓMO LO ESCRIBIRÍA USTED?
 
INGRESE SUS DATOS PERSONALES *
 
 
Correo electrónico
 
Acepto Términos y Condiciones Productos y Servicios Grupo EL COLOMBIANO

Datos extra, información confidencial y pistas para avanzar en nuestras investigaciones. Usted puede hacer parte de la construcción de nuestro contenido. Los invitamos a ampliar la información de este tema.

 
Título del artículo
 
RESERVAMOS LA IDENTIDAD DE NUESTRAS FUENTES *
 
 
INGRESE SUS DATOS PERSONALES *
 
 
Correo electrónico
 
Teléfono
 
Acepto Términos y Condiciones Productos y Servicios Grupo EL COLOMBIANO
LOS CAMPOS MARCADOS CON * SON OBLIGATORIOS
Otros Columnistas