Entro a Twitter y veo que Yeferson Cossio se mandó a poner implantes de silicona. Gina Calderón transmite sus borracheras en vivo. La semana pasada se volvió viral una pareja que hace bromas en las que su hija es la víctima. ¿Qué querrán lograr? ¿Será que para alcanzar el éxito en el mundo de hoy hay que recurrir a la exaltación de la estulticia?
Necesito ayuda porque soy un ignorante en el tema del éxito en redes. Creía, hasta hace poco, que lo importante en una labor creativa y de contenido era buscar un qué decir, explorar diferentes formas de comunicar para crear algo que aporte a la sociedad. El creativo siempre está buscando algo, tal vez algo que sustente lo ridículos que somos; en mi caso, tengo magister en hacer el ridículo y he exaltado la estupidez buscando mi camino.
Por lo que veo el camino es el escándalo, la polémica, ser noticia. El sueño contemporáneo es volverse viral. Un periodista me dijo que no hacían notas sobre mí porque yo no generaba contenido viral suficiente mostrando a mi familia, a mi pareja o mi vida. ¡Plop! La verdad, me niego a convertir mi vida personal en un reality. Solo me interesa ser reconocido por mi trabajo. Sin embargo, al parecer, exponer la vida personal le gusta mucho a la gente, y se ha vuelto un plus de la marca de cada artista. La llevo perdida, porque si muestro mi vida, la gente se duerme.
En una ocasión, una influencer se ofendió porque le pregunté si ella buscaba algo más allá de los likes y la plata haciendo videos. “No tengo que buscar nada más”, respondió. Y tiene razón. Sin embargo, considero que es impreciso el termino “creadores de contenido”. Propongo, mercaderes web o modelos virtuales: personas que buscan vender a través de un video en redes. Que no está mal; simplemente, ese término les queda mejor. Para mí, realizar una labor creativa consciente implica un qué decir, un discurso, una visión del mundo. El contenido es la materialización de algo que el creativo quiere expresar a través de una herramienta llamada internet.
Ojo, para hacer buenos contenidos no hay que hablar de Nietzsche o Kant, no es a eso a lo que me refiero. Pero no me digan que un tipo que se puso siliconas es el ejemplo de lo que se debe hacer para lograr el éxito en redes. Para gustos, los colores; si a ustedes les gusta, disfrútenlo. Pero sean conscientes de que eso ha generado un falso imaginario de la profesión de entretenimiento. Ese tipo de contenidos hace creer que el facilismo es el camino y que crear buenos contenidos es algo fácil, sin fondo, que no se necesita estudiar y, lo más lamentable, que la mediocridad se volvió la unidad de medida del éxito porque al lograr muchas vistas el público se emociona y los medios y las empresas les siguen ese juego.
P. D.: Ojalá está columna se vuelva viral. Háganme famoso