Por Shawn Shorby Williams B.
Universidad Cooperativa de Colombia.
Facultad de Com. Social, 10° semestre
Por Shawn Shorby Williams B.
Universidad Cooperativa de Colombia.
Facultad de Com. Social, 10° semestre
shawn.williamsb@campusucc.edu.co
Así es, durante años el departamento archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina ha sido la tierra aparte, la olvidada de Colombia, una tierra que solo ha sido vista como un centro vacacional para aquellos que viven en la plataforma continental. Sé que a lo mejor aquello sonó horripilante y demasiado serio, pero ha sido nuestra realidad; la realidad de los raizales, desde tiempos inmemoriales.
Tanto así que hoy nos vemos sumidos en distintos tipos de problemáticas, las cuales de veras que han sido barridas bajo la alfombra por el “rey” que es hoy anfitrión y “dueño” del Palacio de Nariño. Problemáticas como la deficiencia en el servicio de salud que se presta en esta tierra, sin dejar a un lado la pobreza y carencia de oportunidades que catapultan a muchos jóvenes a la delincuencia.
Por otro lado, el ser una isla, literalmente una tierra aparte, nos ha protegido, tal como lo hace la gran barrera de coral que nos rodea, la cual nos libra de tsunamis, huracanes y otro tipo de desgracias. Asimismo, nos ha protegido la distancia, el estar lejos de la plataforma continental donde se viven cosas horribles que el archipiélago nunca ha visto, cosas como carrosbomba, una guerra de medio siglo y más, secuestros... Cosas que nos hacen pensar a los raizales e isleños en general, que después de todo la tierra aparte no la ha pasado tan mal. Obviamente padecemos y hemos padecido adversidades inconmensurables, pero ninguna ha sido como ese gran obstáculo ya superado que se llamó Pablo Escobar Gaviria.
Sacrificios, desapariciones que dieron pie al supuesto posconflicto y al mismísimo acuerdo de paz firmado el 24 de noviembre de 2016 en Santa Fe de Bogotá, la ciudad que fue testigo del nacimiento de un hijo para nada pródigo, hablando de la paz. La cual se marchó con afán, todo porque solo se trataba en realidad de un gran “paño de agua”, una “cortina de humo”, todo porque nuestra realidad actual nos muestra que el acuerdo se quedó en el papel, y que aquellas palabras se perdieron en el aire, aire que forma un panorama para nada prometedor, incluso teniendo a la JEP como garante. En pocas palabras, hoy no hay posconflicto, no hay tal cosa llamada paz, la incertidumbre continúa.
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