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La mayor crisis humanitaria en la historia de América Latina pasó por alto en la reunión de restablecimiento de relaciones bilaterales entre Colombia y Venezuela. Después de la visita del presidente Petro a Caracas y del grandilocuente comunicado de 11 puntos emitido, el vacío sobre la situación de los más de dos millones de migrantes venezolanos que se encuentran en Colombia fue elocuente.
De acuerdo con cifras del Dane con corte a febrero de 2022, en Colombia habitan 2,2 millones de migrantes venezolanos. De éstos, la mayoría se encuentran en Bogotá, Norte de Santander y Antioquia. Adicionalmente, miles de ellos emprenden el peligroso cruce por el Tapón del Darién para llegar a Estados Unidos. Un conmovedor artículo de Julie Turkewitz y Federico Ríos para el New York Times, describe esta desgarradora aventura donde los migrantes pierden sus vidas, tragados por las fauces de la selva y los grupos ilegales que allí operan, mientras persiguen sus sueños de un futuro digno.
El presidente Petro y Maduro dialogaron - según el comunicado oficial - sobre: superación de las dificultades de transporte, energía y minas, seguridad fronteriza, agro, mecanismos de diálogo, designación de cónsules y por supuesto, apoyo al proyecto bandera del gobierno colombiano: “la paz total”. Entre esta extensa agenda, cruce de regalos y una infinidad de fotos caminando lado a lado con una evidente camaradería, olvidaron hablar de los millones de hombres, mujeres, niños y niñas que han cruzado a Colombia y en donde cientos de miles de ellos, viven en condiciones precarias.
La normalización de las relaciones se entiende, pues fue un punto central de la campaña, defendido por Petro. No obstante, esta reunión pudo haber sido más sobria en las maneras. Es necesario recordar que Estados Unidos y otros gobiernos del mundo, desconocen el régimen venezolano y califican a Maduro como un dictador. Que nuestros pueblos son hermanos y están unidos por profundos vínculos históricos y culturales, nadie lo niega, pero tampoco se puede desconocer que la ruptura de vínculos diplomáticos fue causada por acciones unilaterales iniciadas por Chávez en su momento, cerrando la frontera, vulnerando los derechos comerciales de empresas, autorizando la presencia de grupos ilegales colombianos en su territorio y de reconocerlos como actores políticos legítimos.
El profundo deterioro en la democracia y en la economía venezolana, causado por Maduro y su régimen, ha generado la mayor migración ocurrida en la historia del continente. De acuerdo con la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, más de 7,100,000 venezolanos han salido de su país, siendo Colombia el país con mayor recepción de ellos. Evadir este tema en la primera conversación formal de los mandatarios, ciertamente marca un tono en la agenda política.
Valdría la pena que, ante esta nueva realidad geopolítica, el presidente Petro privilegiara lo realmente urgente en lugar de seguir empeñado en el tono ideológico con menciones de conceptos anacrónicos como el de la supuesta “nación bolivariana” a la que pertenecemos. Ya sabemos que con Maduro los migrantes no tienen voz, esperemos que el nuevo gobierno colombiano los incluya en sus prioridades, por que lo debe ser.
