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HISTÓRICO
A REGULAR Y CUIDAR EL AGUA
  • A REGULAR Y CUIDAR EL AGUA
Por JUAN JOSÉ PERFETTI DEL CORRAL | Publicado

En los tiempos de escasez de agua es cuando recordamos que este es el recurso más vital para la vida en el planeta, al tiempo que nos damos cuenta de su importancia para el diario transcurrir de las sociedades contemporáneas.

En Colombia, gracias a la relativa abundancia de fuentes de agua, no hemos apreciado suficientemente su importancia como un activo valioso y fundamental para el desarrollo presente y futuro del país.

Con el agua pasa, al igual que ocurre con los suelos para la agricultura y los bosques, como si percibiéramos que, gracias a las favorables condiciones naturales, dichos recursos siempre estarán allí para usarlos a nuestro antojo. Por tanto, poco interés nos produce la necesidad imprescindible de cuidarlos y preservarlos, así como regular su utilización.

De allí que no sea extraño que en el país no se adopten, con antelación, las medidas y las previsiones necesarias para que, por ejemplo, en los tiempos de sequía se mitiguen los impactos de este tipo de fenómenos.

Hoy en día, cuando en varias regiones de nuestra nación la inminente presencia del fenómeno de El Niño (evento anunciado meses atrás) comienza a generar dificultades de abastecimiento de agua para el consumo humano, agrícola e industrial, es que se hace el llamado a preservar las fuentes y los abastecimientos y a cuidar el consumo de este recurso.

Como resultado de esta situación, y de la tardía respuesta del Gobierno nacional, muchos lo señalan como el culpable de la falta de previsión.

Sin embargo, en materia del aseguramiento del abastecimiento y el uso del agua las responsabilidades van mucho más allá del Gobierno nacional.

A los gobiernos regionales y locales y a las entidades regionales encargadas del manejo de los recursos naturales, como son las corporaciones regionales, les cabe igual grado de responsabilidad, pues ellos, que son cercanos a los intereses y las necesidades de sus pobladores, deberían dedicar esfuerzos y recursos a asegurar dicho abastecimiento y uso adecuado.

Igualmente, a cada uno de nosotros, como habitantes de una ciudad o del campo, nos cabe la responsabilidad no solo de hacer que las autoridades correspondientes adopten las medidas necesarias para garantizar dicho aseguramiento, sino para colaborar con que se haga un uso apropiado del recurso.

Para conseguir que ello sea así no basta la conciencia individual y colectiva, ni la educación para el cuidado, el manejo y la conservación del agua. Estas, aunque necesarias, requieren soportarse en una regulación y en unas instituciones que aseguren su aplicación.

Mientras se mantengan los incentivos que promueven (o, lo que es lo mismo, no castigan) la falta de cuidado y preservación del recurso y su mala utilización, será muy difícil evitar que no continúe la destrucción de las fuentes de agua o el desperdicio de este recurso.

El fenómeno de El Niño debería servirnos para que a los diferentes niveles de responsabilidad se adopten las regulaciones y las acciones necesarias que garanticen la preservación y el cuidado de las fuentes de agua y aseguren un uso adecuado de la misma.

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