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Resulta llamativo que ad portas de la elección de Procurador General de la Nación, en donde hay una alta posibilidad de que el procurador Alejandro Ordóñez Maldonado sea reelegido, caigan rayos y centellas sobre él y sus más cercanos colaboradores.
La tormenta de críticas y denuncias hechas recientemente por grupos ciudadanos, periodistas y políticos, obedece a una estrategia para evitar su reelección. Valga la pena decir que están en todo su derecho quienes públicamente han manifestado su inconformismo con la reelección del Procurador; válido. El punto que quiero dejar claro en esta columna es que el doctor Alejandro Ordóñez es más que un “camandulero” y un “cruzado”, como lo han querido presentar, el Procurador es un hombre de carácter, de decisiones contundentes, efectivo e independiente que contribuye al buen funcionamiento de la democracia colombiana.
La corrupción y el abuso de poder por parte de algunos políticos son temas que generan indignación entre la ciudadanía, y así el resultado es el de la indiferencia y el desinterés por la política, algo lamentable, pues por desconfianza, la gente deja de participar activamente en la elección y control de las personas que toman las decisiones más importantes de la sociedad.
El procurador Ordóñez se ha convertido en un martillo implacable para sancionar y controlar a quienes se exceden en su función pública, el doctor Ordóñez ha devuelto algo de esa esperanza en la justicia, pues bajo su mandato los colombianos hemos sido testigos de cómo la Procuraduría ha sancionado a políticos de diestra y siniestra. Este es el verdadero valor del trabajo del Procurador Ordóñez, su independencia y verticalidad.
Una de las grandes polémicas que han rodeado la figura del Procurador es su postura frente a un tema de gran sensibilidad como lo es el aborto. Si bien como servidor público el Procurador debe abstenerse de hacer algunos pronunciamientos que no corresponden a su labor, es importante que en Colombia haya una voz fuerte y crítica frente a este tema y otros de carácter semejante en donde muchos hablan a favor y pocos en contra. Eso es la democracia, y por más que algunos estén en desacuerdo con él, silenciarlo y estigmatizarlo desconociendo su importante labor, no es sólo una actitud injusta sino antidemocrática.
Repito, como lo he hecho en previas columnas, el proceso de elección de Procurador General de la Nación no me parece el más adecuado, pues sí genera malestar que sean los senadores quienes elijan a la persona que los debe controlar y vigilar. La anterior es una de las muchas fallas que tiene nuestra Carta Política, ojalá en algún momento se corrija.
Me gustan los funcionarios de acciones, personas de las que hablan más sus obras que sus discursos, el doctor Alejandro Ordóñez es uno de ellos y por eso espero que sea reelecto y siga operando con el mismo rigor e independencia como lo ha hecho. Le conviene al país, le conviene a la democracia.
@FedericoHoyos