- En los seis años de aplicación se han ampliado horarios de cobertura.
Colprensa Bogotá Cuando Bogotá vivía un momento de congestión y atiborrada por los trancones y en los que los automotores no sobrepasaban una velocidad de 19 kilómetros por hora, se puso en marcha el 17 de febrero de 1998 la medida del Pico y Placa, pese a que la mayoría de los ciudadanos la veían con escepticismo.
Bajo la administración del alcalde Enrique Peñalosa, esta iniciativa llegó con el fin de descongestionar la ciudad en las horas claves.
Los vehículos particulares tenían que estar identificados con una calcomanía que la podían adquirir en estaciones de servicio. Los automotores con placas terminadas en 5, 6, 7 y 8 fueron los primeros en vivir esta restricción entre las siete y las nueve de la mañana y entre las cinco de la tarde y las siete de la noche. Los conductores que no cumplieron con dicha medida, tuvieron una multa de 33.970 pesos.
Para unos, la medida de descongestionar las vías más importantes fue muy buena, para otros era formar trancón pero más temprano. Precisamente, el primer día, la congestión se vivió entre seis y siete de la mañana, al igual permitió el sobrecupo de pasajeros en buses, busetas y colectivos.
Sin embargo el flujo vehicular disminuyó en un 20 por ciento en las horas pico. En esta primera fase de la jornada los más beneficiados con la medida fueron los habitantes del norte de la ciudad, donde se presentaban los mayores trancones vehiculares, especialmente sobre la Autopista Norte y la Avenida Suba.
La Alcaldía Mayor planeó en septiembre de 1998 ampliar las restricciones de la medida de pico y placa a los buses y busetas en horas no pico y en los fines de semana.
Un mes después, la administración distrital y los transportadores comenzaron las conversaciones para tratar de concertar el pico y placa para el servicio público.
Ya en la administración del alcalde Antanas Mockus el proceso del pico y placa se consolidó, aunque tuvo serios problemas cuando se planteó la propuesta de que a los taxis se les aplicaría el pico y placa dos veces por semana. Los taxistas se opusieron abiertamente a la medida y se propusieron bloquear la ciudad.
Unas horas después de oficializada esa medida, pasadas las 8 de la noche del 1 de agosto de 2001 las compañías de taxis de la ciudad promovieron un paro que consistió en el taponamiento de varias vías, en especial la Autopista Norte lo que ocasionó que el regreso de cientos de niños de los colegios de fuera de la ciudad tuvieran que pasar la noche en los buses o en las propias aulas.
La situación llevó a que el alcalde no diera marcha atrás a la medida. La grave situación tan sólo se arregló hasta el 2 de agosto, cuando los taxistas se vieron obligados por la presión de la comunidad y de las autoridades a levantar la protesta y resignarse al pico y placa.
Unos meses después, en virtud a un fallo judicial, la medida se modificó en parte al suspenderla temporalmente, obligando a que los taxis sólo tuvieran la restricción de circular tan sólo un día en la semana. En el primer día de aplicación para el transporte público, la Policía de Tránsito impuso 179 comparendos.
La ciudad también empezó a ganar más en la calidad de su ambiente. El Departamento de Medio Ambiente de la ciudad reportó que al ingresar al pico y placa los taxis se disminuyeron los factores contaminantes como el monóxido de Carbono en un 13.3 por ciento, los óxidos de nitrógeno en un porcentaje similar y el material particulado en 13.9 por ciento.
El 17 de enero de 2002 empezó a funcionar el nuevo horario de restricción: Entre las 6 y nueve de la mañana y entre las 4:30 de la tarde y las 7:30 de la noche. Ese día se registraron 1.252 comparendos de infractores a la norma. Se debe destacar que las distintas administraciones, han rotado los días de restricción de los vehículos tanto públicos como privados.