"Chocó merece mejor suerte y no que sus vías sean causa de muerte", fue una de las proclamas que agitaron los chocoanos en el paro cívico del jueves, promovido por organizaciones sociales y que contó con el respaldo de las autoridades civiles y de la Diócesis de Quibdó.
Más que el paro, fue el propio diálogo, al que el Gobierno siempre ha estado dispuesto, el que logró formalizar un compromiso para pavimentar la totalidad de la vía que comunica a Quibdó con Medellín, que como lo dijo el padre Antún Ramos, al resaltar la importancia de esta carretera: "Nuestro vínculo es con Antioquia y no con el Eje Cafetero. Es un vínculo emocional, de trabajo, de educación".
No es solo un problema de pavimento, sino también de mejorar las condiciones de vida de la población, alentar su desarrollo, aumentar la capacidad competitiva de la región, hacer un uso más eficiente de los dineros que le asigna el Estado a través del Sistema General de Participación (transferencias) y aprovechar sus recursos naturales, mediante una cuidadosa gestión ambiental.
No son las vías de hecho las más propicias para buscar soluciones a la difícil problemática que viven los chocoanos, y más si esa misma población, que participó de manera masiva en la protesta, no toma conciencia de que son ellos mismos quienes tienen que convertirse en los artífices de su propio futuro.
Mucho se ha dicho, y no sin razón y con pruebas ostensibles, que buena parte de su clase dirigente es, en gran medida, uno de los principales responsables del atraso de ese Departamento, que registra la menor calidad de vida en Colombia. A problemas de corrupción y malos manejos de los recursos puede atribuirse su estancamiento económico y social, pues entre los 32 departamentos del país, ocupa el último lugar en el manejo de sus finanzas y tiene la peor gestión fiscal.
Chocó, en una acción que merece un acto de contrición de su dirigencia, se estancó hace muchos años en sus principales indicadores y la calidad de vida de sus habitantes se ha deteriorado: el 78 por ciento de ellos está bajo la línea de pobreza. Obviamente que merecen mejor suerte, pero si exigen de sus líderes honestidad y eficiencia, pues no puede decirse hoy que el Estado les haya dado la espalda a los chocoanos. De hecho está en ejecución el Conpes 3553 aprobado en diciembre de 2008, mediante el cual se asignan recursos por 2.3 billones de pesos para impactar positivamente su desarrollo económico y social, y recuperar su viabilidad, con el acompañamiento de un Alto Consejero Presidencial.
No hay razón alguna para que los chocoanos eludan hacer parte de la solución, pues más allá de sus tragedias viales, de sus inundaciones milenarias y del accionar de grupos violentos, tienen la riqueza de su biodiversidad, de sus minerales y de sus paisajes, que son otra cara positiva de este Departamento y que EL COLOMBIANO quiere resaltar en el especial que publica hoy, a partir del trabajo de un grupo de enviados especiales.
Que más allá de un paro que llame la atención del país, sea el propio trabajo de los chocoanos el que convoque a los colombianos a poner sus ojos en este precioso territorio, al que Antioquia en forma tan entrañable se siente vinculado.
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