La Bahía de Cispatá, en el municipio de San Antero, Córdoba es mucho más que blancas playas, cabañas y hoteles.
En el ámbito internacional se conoce, sobre todo, por su riqueza estuarina, considerada una de las más importantes del país y de Latinoamérica porque es uno de los pocos lugares en los que crecen cinco tipos de manglares diferentes.
Estos bosques acuáticos son el hábitat de una gran riqueza en fauna, como lo comprobó y registró el propio Alexánder Von Humboldt, a su paso por estas tierras en marzo de 1801. Aquí se encuentran desde especies endémicas (únicas y propias de la región), hasta dos delfines costeros: uno rosado, como el del Amazonas, y otro gris.
Una de las grandes novedades se encuentra en la "guardería" de las tortugas icotea (de agua dulce), ubicada en la estación de conservación del medio ambiente, que tiene la Corporación de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS) en la Bahía de Cispatá.
Un lugar mágico donde se pueden conocer las tortugas albinas. "Aquí en Córdoba hay una especie de tortuga que es conocida como icotea blanca, a pesar de que su caparazón es gris con manchas negras. Le decimos así para diferenciarla de las otras especies", explica el guía y excaimanero Betsabé López.
Fue justamente de la cría de huevos de esta especie que nacieron tres tortugas albinas. A ellas se suman otras cuatro especies de icoteas. En el lugar también se puede aprender sobre la crianza de cocodrilos, especies todas en vías de extinción que aquí se protegen con la ayuda de Asocaimán.
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