Si con algo de imaginación aceptáramos que hoy es primero de marzo pero del año 2030, nos despertaríamos en un Valle de Aburrá con 4.389.585 habitantes.
De esa población, un 90 por ciento viviría en Medellín, Bello, Itagüí y Envigado, que conformarán una región central conurbada, en detrimento de la población rural.
Las familias tendrían 1,85 hijos, lo que reduciría la tasa de natalidad de 17,8 en 2010 a 15,8 por cada mil mujeres.
Para esos habitantes que llegarán se necesitarían 390.416 nuevas viviendas, de las cuales 214.118 en Medellín. En cada una, en promedio, residirían 3,62 personas, pero en Medellín serían menos: 3,25.
Y en la calle, 316.077 personas estarían buscando empleo. Si después de asimilar estas cifras - que muestran el reto que tiene la ciudad para las próximas dos décadas- y a la imaginación la convertimos en sueño, los habitantes del futuro disfrutarán de una ciudad verde, sostenible económica, social, física y ambientalmente; que creció de forma ordenada, con más equilibrio entre el norte y el sur, y entre los bordes de ladera y las partes bajas del territorio.
Con estas proyecciones, los técnicos que elaboraron Bio 2030 Plan Director Medellín, Valle de Aburrá, pusieron sobre la mesa el hecho singular de que el límite natural de vivir en un valle rodeado de montañas, dejaba al corredor del río Medellín y las laderas como las dos grandes apuestas para la ocupación y transformación del territorio.
El plan es el camino para lograr ese objetivo, explica el arquitecto Alejandro Echeverri, que fungió como director estratégico de Bio 2030 al frente del Centro de Estudios Urbano Ambientales, Urbam, de la Universidad Eafit, entidad que coordinó a unos 40 especialistas que construyeron la propuesta, bajo el liderazgo de la Alcaldía de Medellín y el Área Metropolitana.
Se trató de un diagnóstico y recopilación de estudios realizados por el Área y las diferentes Alcaldías del Valle de Aburrá en los últimos tres lustros, aparte de capitalizar la experiencia ambiental que dejaron las políticas de los últimos años en Medellín.
El documento fue acogido por la Junta Metropolitana 2008 - 2011 como "derrotero común para la construcción de una región sostenible, competitiva, con equilibrio territorial y equidad social".
Ese rumbo se mantiene, según se desprende de la decisión del alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, de construir el Cinturón Verde Metropolitano, que bordeará las laderas del Aburrá, se extenderá sobre una distancia aproximada de 75 kilómetros y servirá, entre otras cosas, como talanquera para frenar la urbanización. En el proyecto se invertirán más de 500.000 millones de pesos.
Así la ciudad continúa en la senda de corregir las dinámicas de ocupación de la ciudad, con políticas públicas dirigidas a proteger, rescatar y conservar los recursos naturales.
Como concluye el arquitecto Echeverri, construir una relación de amor y no de odio entre infraestructura y medio ambiente debe ser un sueño común para la sociedad.
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