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HISTÓRICO
El apasionado regreso de Fernando Botero
  • El apasionado regreso de Fernando Botero | Cortesía Galería Marlborough | El beso de Judas incluye un pequeño autorretrato de Botero. En Ecce Homo se aprecia una pequeña ciudad frente a un gigantesco Jesús y, en La crucifixión el Central Park reemplaza al Gólgota.
    El apasionado regreso de Fernando Botero | Cortesía Galería Marlborough | El beso de Judas incluye un pequeño autorretrato de Botero. En Ecce Homo se aprecia una pequeña ciudad frente a un gigantesco Jesús y, en La crucifixión el Central Park reemplaza al Gólgota.
Joaquín Botero | Publicado

Son 24 pinturas y 34 dibujos y en conjunto se llaman Vía Crucis: la pasión de Cristo. Tras ellos hubo ocho meses de trabajo ininterrumpido y ahora están exhibidos en la Gran Manzana poniendo fin a cinco años de ausencia de Fernando Botero en Nueva York.

Como es usual, la galería Marlborough de Manhattan presentó la obra del pintor radicado en Italia. Delgado, con su chivera afeitada a ras y gafas estilo Moscot de montura negra, el pintor dijo que "por muchos años en la historia, este era el único tema que los pintores tenían para trabajar. Yo también quería, pero hacerlo real para el arte contemporáneo y para mí mismo".

Al contrario de su anterior exposición de 2006 sobre las torturas en la cárcel de Abu Ghraib en Irak, cuyas obras que no estuvieron a la venta y tenían un aire sombrío y crítico, ahora Botero aborda el tema religioso con humor, pero al tiempo con respeto. Ahora los precios van desde los 60 mil dólares por los dibujos en lápiz y color hasta un millón y medio de dólares por las pinturas en óleo, algunas de más de dos metros de altura.

La muestra
En El desnudamiento de Cristo, un centurión romano y un negro con camisa de diseños tropicales y cadenas y anillos de oro desnudan a Jesús junto al cadalso.

En Jesús cae por primera vez , un romano custodia al personaje central, mientras que un campesino antioqueño carga la cruz y una vecina se asoma por la puerta.

En El camino de las tristezas un policía le da bolillazos a Jesús, mientras una vecina mira con horror.

En muchas de las pinturas se ven calles adoquinadas y casas antioqueñas. En La crucifixión se ve la cruz junto a un parque, con arboles y bebés en coches, y al fondo, las siluetas de los edificios, todo muy parecido al paisaje del Central Park de Manhattan. Los colores de los cuerpos y de los trajes son a veces vivos, otras con tonalidades pastel.

Toda su vida Botero ha sido un observador de las pinturas de los maestros y un constante visitante de museos. Para los conocedores lo que aparece claro en el Vía Crucis es su largo estudio y el gran amor por los pintores italianos de la primera mitad del siglo 15 al igual que por los pintores renacentistas del norte de Italia quienes expresaron los eventos con naturalismo y emoción.

Con su estilo particular ha logrado mantenerse fiel a la historia y la ha transformado. De la misma manera que los pintores de esos tiempos usaron lugares y personajes de su época para mostrar la Pasión, así procede Botero.

En el ensayo de presentación de la obra, la curadora Cristina Carrillo de Albornoz dice que Botero: "Quien según sus propias palabras en ocasiones es un creyente y en otras un agnóstico, ha capturado la intensidad y la crueldad, pero al tiempo, la desgarradora poesía de la última jornada de Jesucristo. Y en cada pieza se resalta el profundo respeto del artista por Jesucristo y la admiración por su figura y su personalidad".

En el libro de anotaciones de la galería Marlborough, los paisanos de Botero dejan sus impresiones: " El beso de Judas es definitivamente la obra cumbre de la exposición" escribió Ana Patricia Palacios. (Botero incluye en esta obra un pequeño autorretrato en una esquina).

En otra nota se lee: "Maestro insigne: con mis amigos estamos de acuerdo, aunque no seamos conocedores, su obra es maravillosa. Sus coterráneos de Medellín Hugo Saldarriaga, Margarita Franco y Gustavo Tamayo".

La exposición permanecerá en Nueva York hasta el hasta el próximo 2 de diciembre.

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