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HISTÓRICO
EL CENSOR
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Por FRANCISCO SANTOS | Publicado

"En algunos regímenes políticos, funcionario encargado de revisar todo tipo de publicaciones o películas, mensajes publicitarios, etc., y de proponer, en su caso, que se modifiquen o se prohíban". Esta es la definición de censor en el DRAE.

Hoy le dan otros nombres. Asesor de imagen o consejero de comunicaciones.

Ambos tratan de influir en el mensaje.

Unos de manera abierta, con ideas y propuestas de comunicación. Otros de manera soterrada ejerciendo una presión velada por parte del poder máximo en un país, el del Presidente.

¿Censura? Sin duda. Distinta a la del Presidente Correa en Ecuador, que es sistémica, pero la que hoy se ejerce desde el Palacio de Nariño a través de distintos mensajeros es sistemática.

No es nada nuevo. Los periodistas recuerdan al entonces ministro de Comercio, de Hacienda y de Defensa, Juan Manuel Santos , llamando y regañando periodistas, tratando de cambiar titulares y ejerciendo presión indebida.

Desafortunadamente, esa maña no la ha olvidado y hoy la ejerce a través de su consejero o censor.

Cuatro casos.

El primero, el de Jorge Figueroa, cuyo programa en Cablenoticias, El Ventilador, tenía algunos días más rating que CMI. Pero desapareció.

Una amable llamada de Palacio a una persona que ya fue perseguida por otro gobierno, el de nuestro mejor amigo, y listo. Un programa que era crítico con el gobierno salió del aire.

Otro ejemplo. EL COLOMBIANO publicó un editorial duro contra Santos.

Poco tiempo después aterriza en la dirección del diario un alto consejero.

Ana Mercedes Gómez, directora de ese diario, dice que nunca le había pasado algo así. Y le dijo al mensajero de marras que cuando acertara el gobierno lo elogiaban y cuando fallara lo criticaban.

Pensaría uno que el mensaje al visitante había sido recibido. Pues parece que no, porque un tiempo después apareció otro mensajero en el mismo diario. "Por lo menos cambien el tonito", dijo.

Pero no solo en medios se da este manejo equivocado. La presión se ha repartido a otros sectores.

Un dirigente gremial recibió tremendo regaño del Presidente por criticar unas medidas. Otros, de diversos sectores, han visto cómo se frunce el seño del jefe del Estado cuando se menciona el deterioro de la seguridad.

Unos y otros han decidido no criticar, pues saben que no tienen eco en el gobierno y al contrario generan resistencia.

La crítica no tiene cabida en el sanedrín de Palacio.

La paranoia, algunos dirán el manejo de la imagen, llega hasta el punto de llamar a una empresa extranjera para que cambie su asesor de negocios en Colombia, pues es una persona crítica del gobierno.

Y no podemos olvidar el enfrentamiento con Antonio Navarro , entonces gobernador de Nariño, cuando le pidió a Santos que también conociera la cuenca del Pacífico, pero de Colombia.

O la que se dio con la exgobernadora de Córdoba por sus quejas en materia de seguridad.

¡Ah! y una última estrategia del asesor de imagen, lo que antes los medios y columnistas llamaban el rasputín de Palacio.

La del estigma. La que concibe el discurso de la mano negra, de la extrema derecha o del idiota útil para aislar la crítica.

Censor y rasputín. En esas estamos.

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