- Los reclusos aseguran que tratan de desarmar también sus conciencias.
- Se entregaron 600 armas blancas en Itagüí, Bellavista y Buen Pastor.
- Jornada de desarme se cumplió en tres cárceles del área metropolitana.
Carlos Salgado R.
Medellín
Las 500 armas blancas se veían amenazantes sobre la mesa. Estaban hechas con todo tipo de material: trozos de cucharas, patas de sillas, pedazos de barrotes, destornilladores y algunos restos de empaques de lata.
Las había pequeñas como de un dedo, hasta algunas de tamaño y peso inverosímil, arrebatadas a los bordes de las rejas de la cárcel.
El lote hizo parte de la jornada de entrega voluntaria de armas que promovieron la Alcaldía de Medellín, el Área Metropolitana, y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en las cárceles el Buen Pastor, Itagüí y Bellavista.
Entre los reclusos de los tres centros penitenciarios y carcelarios entregaron poco más de 600 armas, según el secretario de Gobierno de Medellín, Alonso Salazar.
Marcado
Vestido con la camiseta blanca del programa 'Un arma menos son muchas vidas más', Jairo Alexánder Franco Restrepo hizo parte de los 500 reclusos que entregaron su 'chuzo' a cambio de un paquete de aseo.
Sobre su cuerpo, pugnan por destacarse 110 tatuajes, la mayoría de ellos elaborados sobre el rostro y el cuello.
Tiene 27 años de edad y desde poco antes de cumplir los 18 tenía problemas con la justicia, lo que le ha valido la salida y retorno constante de la cárcel.
El primero de los tatuajes que se hizo fue el de un Cristo sobre su espalda, que se esfuerza por subir a una roca que cubre la cicatriz de una quemadura.
El tatuaje también le recuerda que el autor de las heridas ya no está en este mundo. Según Franco, el homicidio fue en defensa propia.
Actualmente purga una pena por porte de drogas. Nadie lo visita. Su familia lo ha ido dejando solo desde que comenzó a tatuarse el rostro y se convirtió en un desconocido para ellos.
Entregó su arma blanca porque cree que debe comenzar a alejarse de la violencia para recuperar su vida. Y contra toda evidencia, considera que los tatuajes le ayudarán.
"Si me vuelvo a meter en cochinadas es fácil que todo el mundo me reconozca. No es para intimidar o agredir, sino para frenarme", dijo.
Aunque niega haber tenido alguna influencia, su cuerpo recuerda los de los miembros de las 'maras' centroamericanas que se tatúan para resaltar que son los excluidos de sociedades que ahora los tienen en cuenta por sus actos violentos.
El desarme
A la hora programada para el acto de desarme, Franco ocupó su puesto junto a los demás reclusos en el patio principal de la cárcel Bellavista.
Edwin Giraldo secretario de la Mesa de Trabajo por la Paz de Bellavista, aseguró que con el desarme él y sus compañeros de reclusión buscan contribuir a los procesos que se realizan en la ciudad.
"No necesariamente tiene que ser un arma físicamente lo que se ha de entregar, sino que también hemos desarmado nuestros corazones", afirmó Giraldo.
Desde uno de los corredores del penal, un guardián del Inpec llamó la atención sobre la falta de armas de fuego en la mesa.
"Hace 15 días hicimos un operativo de revisión en uno de los patios y decomisamos armas de fuego. En otras ocasiones hemos cogido hasta granadas", afirmó el guardián.
El secretario de Gobierno Alonso Salazar aseguró que aunque el desarme es una ratificación de un propósito de evitar que la violencia vuelva a los patios, debido a que las armas son un peligro circulando dentro de la cárcel, "no sería tan ingenuo de pensar que no hay armas de fuego. Esta es una entrega voluntaria, para las otras armas, el Inpec realiza los controles normales".
No obstante, Giraldo dijo que no se entregaron armas de fuego debido a que ya no queda ni una dentro del penal. Según él, las armas de fuego se entregaron en procesos de desarme anteriores a éste.
Según el reporte de la Dirección de la cárcel, ayer se encontraban recluidas en Bellavista 3.928 personas. De ellas 500 habrían entregado sus armas.
La mayoría de ellas tenía como mango el mismo pedazo de tela anudada con el mismo hilo azul. "Lo que pasa es que se organizaron para esta entrega, para no dejarlas tan cochinas. Pero cada arma es de un preso diferente", dijo Juan Camilo, uno de los organizadores.
Franco recibió el equipo de aseo. Se quitó la camiseta blanca que dejó al descubierto una prenda negra con la inscripción 666 hecha en rojo sobre el pecho y caminó hacia su patio.
Llevaba en su corazón, dijo, la firme convicción de cambiar toda su vida. "Menos la marihuana. Eso sí no", afirmó.
Plan desarme llegó hasta las cárceles
La Alcaldía de Medellín, el Área Metropolitana y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo explicaron que, bajo el lema "Un arma menos son muchas vidas más", se busca crear con los internos de las cárceles un ambiente de reflexión para el país sobre las consecuencias del porte de armas.
El programa trabaja en la prevención y disminución de la violencia a través del desestímulo al porte y tenencia de armas.
"Si la gente afuera ve que los violentos nos desarmamos, entonces se van a preguntar por qué ellos no pueden hacerlo", dijo después del acto de desarme Edwin Giraldo, secretario de la Mesa de Trabajo por la Paz de Bellavista.
Giraldo aseguró que la Mesa de Trabajo realiza una campaña de sensibilización con los internos para el desarme voluntario.