Además la furia ciudadana por la escasez de productos clave de la canasta familiar venezolana, el gobierno de Nicolás Maduro y sectores privados terciaron en un fuerte debate sobre la falta de alimentos en los centros de abastecimiento.
Maduro señala a la oposición y empresarios privados de sabotear la producción y comercialización de los alimentos. Los empresarios, por su parte, sostienen que el problema parte del control del Estado en el tema alimentario, la errática política de expropiaciones y la inseguridad en las carreteras y calles para una adecuada distribución.
Aseguran que la inseguridad es tal, que resulta una odisea la distribución de alimentos. Para colmo, está el pago a la Guardia Venezolana, ya que muchos de sus efectivos también cobran por la protección que deben prestar. Los empresarios además mencionaron la política cambiaria que terminó por hacer más compleja la situación.
Para tratar de buscar salidas al problema, el Grupo Polar, principal productor de alimentos de Venezuela, le propuso al Estado comprarle las plantas de harina de maíz para evitar que se agudice la escasez de comida.
En un encuentro, celebrado en Caracas, entre Maduro y el presidente del Grupo Polar, Lorenzo Mendoza, para evaluar el tema del desabastecimiento, el dirigente le propuso al gobierno comprarle o tomar en alquiler algunas plantas de harina de maíz que están en manos del Estado. "En 12 ó 14 meses las ponemos a producir con eficiencia. Nuestros técnicos están en capacidad de hacerlo", dijo Mendoza a Reuters.
Polar controla un 48 por ciento de la capacidad instalada en el país para producir harina, mientras que el resto está repartido en manos de otras tres firmas privadas y 18 estatales, incluida la gigante Monaca, que el fallecido presidente Hugo Chávez ordenó expropiar en 2010.
No obstante la escasez, el Gobierno decretó ayer subir un 20 por ciento los precios del pollo, la leche y la carne bovina.
De esta manera, Venezuela lidera la inflación de precios de alimentos más alta de Latinoamérica. Solo en marzo hubo un alza del 3 por ciento en la comida, que sumado a la reciente devaluación del 32 por ciento de la moneda, tiene a los venezolanos con la soga al cuello.
Los recursos del Estado no alcanzan para mantener la distribución de alimentos que se intentó hacer a través de Mercal (Mercados de Alimentos) coordinado por el Ministerio de la Alimentación. "Hay un declive económico en el horizonte venezolano. Esta escasez es la punta del iceberg de la gran crisis venezolana, pero está claro que el ritmo de distribución de alimentos que traía el Gobierno se ha vuelto insostenible, entendiendo que el 90 por ciento de la canasta familiar es importada", dijo a este diario Rocío San Miguel, presidenta de la asociación civil venezolana, Control Ciudadano.
Sin embargo, ayer reiteró el Gobierno de Maduro que esta semana llegará a Venezuela un cargamento con 760.000 toneladas de alimentos, producto de los acuerdos alcanzados durante la reciente gira del mandatario venezolano por países del Mercosur.
San Miguel precisó que la política cambiaria también ha influido en el desabastecimiento. "No solo la comida es la escasa. También la restricción de divisas hace que el panorama sea más complicado para los importadores venezolanos de productos agrícolas y en general de todo lo que llegue del exterior.
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