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HISTÓRICO
GULLIVER, POETA
  • GULLIVER, POETA |
    GULLIVER, POETA |
Por ANA CRISTINA RESTREPO J. | Publicado

"Yo quiero un héroe/ que sea un buen héroe./ Un héroe que nunca tenga/ que luchar con malvados./ Un héroe que nunca lo castiguen como/ a Hércules que lo castigaron./ Un héroe que limpie paisajes/ y los vuelva tan iluminantes/ como la luz./ Un héroe que tenga/ águilas de mascotas y/ sea amigo de los/ dragones, que juegue/ con toros peligrosos y/ con animales que/ escupan fuego./ Quiero un héroe que/ duerma con leones de/ garras y rostro de/ ave, piel de escamas/ y cola de serpiente./ Y un héroe que sea amigo de todo el mundo".

Andrés Felipe Hernández, 11 años (I. E. Caracas).

Existe un evento del Festival Internacional de Poesía de Medellín en el cual el público tiene la certeza absoluta de que nada es impostado -ni la voz, ni la gracia, ni la inspiración-…

Tarde de domingo. El auditorio de la Casa Barrientos está a reventar. Los pies de los asistentes se balancean en el aire, la mayoría no alcanza a tocar el piso. Algunos juegan con las butacas, otros se sientan sobre las piernas de sus madres y profesores, y en una esquina, alguien se esconde debajo de un suéter para chuparse el pulgar... sin que nadie la regañe.

Sale el maestro de ceremonias del Proyecto Gulliver. Nada de señoras y señores, su breve saludo se convierte en una petición: "Que los niños salven a los adultos".

Con sus mejores prendas, se presentan por turnos lectores y poetas del Hogar Infantil San José, Hogar Madre Laura, Juventud con una Misión, e instituciones educativas Ana Eva Escobar, El Bosque, Juan Cancio Restrepo y Federico Ozanam.

Se oyen frases como: "Soy la ropa de mi mamá" (Yesica Restrepo), "Mi abuela es como una princesa o una salvadora" (Esteicy Reyes). Leonardo González, el único niño de la primera mesa de lectura, sorprende a la audiencia declamando de memoria su propia obra.

A pesar de que algunos poemas revelan la profunda influencia del lenguaje de los medios de comunicación, los epítetos inevitables de los canales infantiles, muchos otros alcanzan a conectarse más con el alma que con el tablero o el televisor: descubren miedos al entorno inmediato (regaños de la profe, los gritos y golpes de sus padres), y situaciones tal vez menos comprendidas, pero siempre amenazantes ("violencia contra la mujer"). Con Gulliver nacen criaturas fantásticas, cantos cotidianos, odas a los padres y al primer amor...

Como el personaje de Jonathan Swift, el Proyecto Gulliver -que cuenta entre sus gestores a Javier Naranjo, autor de "Casa de las Estrellas"- viaja… por escuelas de entornos vulnerables. Ojalá que algún día el gigante aventure en colegios privados.

Cada año, vuelve a evidenciarse que Gulliver es más que una escuela itinerante dedicada a formar nuevos poetas: es el rescate de la palabra como constructora de ciudadanía.

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