viernes
7 y 9
7 y 9
El 11 de marzo de 2011, a 40 kilómetros de la costa en la región de Tohoku, en Japón, las entrañas de la tierra se revolvieron con un terremoto de magnitud 9.0 en la escala de Richter, seguido por 1.235 réplicas de entre 7.0 y 4.0 en los días subsiguientes.
El desastre fue inmenso e incluyó la tripleta de terremoto, tsunami y accidente nuclear. Pero la sorpresa más grande no fue la secuencia de desgracias que descendían sobre los nipones, las mejores historias salidas de este episodio fueron las que hablaban de la fortaleza, dignidad y determinación con la que los japoneses enfrentaron el desastre.
Ellos y su comportamiento son lecciones vivientes para el resto del mundo. El milagro de la reconstrucción del Este de Japón puede darnos algunas ideas sobre los retos en desarrollo que tiene la sociedad colombiana y sobre la manera como manejamos nuestras crisis y desastres naturales.
Lo primero que llama la atención es el comportamiento de los afectados y de la población en general durante la emergencia y en los días de la atención y reconstrucción. Los damnificados se comportaron con tal compostura y entereza durante situaciones completamente desesperadas que se ganaron la admiración mundial. Todo se sustentó en la confianza.
Los japoneses siguen las normas porque confían en el sistema y temen ser excluidos si rompen las reglas de juego. Se confía en el orden, en que cumplir las normas lleva al bienestar individual y colectivo. Por eso no hubo saqueos en las zonas de desastre, ni siquiera 'colados' en las filas para recibir las ayudas. Porque la relación de dos vías entre Estado y ciudadanos, con sus responsabilidades conjuntas, funciona.
Por supuesto, los japoneses tienen razones para confiar en su gobierno. Su efectividad ha sido impresionante. Por ejemplo, de los 334.786 damnificados por el terremoto, a enero de 2012 solo 687 personas no tenían casas reconstruidas a donde volver. La autopista de Tohoku fue reconstruida en 13 días. La pista del aeropuerto de la misma región estaba operando 18 días después del desastre y un mes más tarde ya recibía vuelos comerciales. A la fecha, el 80% de las ayudas internacionales han sido repartidas a los damnificados del terremoto.
Es imposible no hacer la comparación con las actuaciones del gobierno y la ciudadanía colombiana durante nuestro propio desastre natural de 2011, la ola invernal de la que aun vivimos estragos y sobre todo, de la que quedan tantos destrozos y damnificados ¿qué tienen los japoneses que nos hace tanta falta a nosotros?.