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Originalmente, el término pulmón verde no hace referencia a nada en el Valle de Aburrá. Todo inició, simplemente, como una descripción, sin complicaciones ni pretensiones, pero sí muy poética, al territorio verde más emblemático de Medellín: el Jardín Botánico.
Poco a poco, el término se popularizó y se convirtió en referente para los espacios verdes, de esparcimiento y descontaminación en la ciudad. Lugares donde los muros se reeplazan con naturaleza y aire limpio.
Estos pulmones verdes, espacios que empiezan a ganar importancia y trascendencia en Medellín, se pueden clasificar en cuatro categorías según la Secretaría de Medio Ambiente de Medellín. Los de importancia ambiental y ecológica, las áreas protegidas urbanas, las redes ecológicas y los espacios públicos verdes.
Todos hacen parte del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) como barreras naturales para la expansión urbana, aumentar la conectividad ecológica, regular y abastecer de recursos naturales y conservar la biodiversidad.
De estos incontables espacios verdes de Medellín solo tres han sido declaradas áreas protegidas por resolución metropolitana debido a su importancia natural, arqueológica y turística. El Parque natural regional metropolitano cerro El Volador, el Área de recreación parque ecológico cerro Nutibara y el Área de recreación urbana cerro la Asomadera.
Medellín y Antioquia empiezan a adoptar una política más ecológica, con proyectos como el Cinturón Verde y el Parque Arví, pero aún falta avanzar en la protección de zonas intraurbanas, como el cerro Santo Domingo que se encuentra casi totalmente invadido.
El Valle de Aburrá avanza en la calidad de su aire, con proyectos intraurbanos como las redes ecológicas e iniciativas como el Día sin carro, para lograr que Medellín por fin tenga más de ese color que lo representa: el verde.