Las fuerzas políticas nacionales, ante la cercanía del debate electoral, se vienen agrupando de tal manera que todo hace prever una creciente polarización entre las que apoyan al presidente Santos y que son mayoritariamente las que conforman la coalición denominada Unidad Nacional -falta ver qué sucede con el Partido Conservador, si se mantiene en la burocracia y al mismo tiempo coquetea con la posibilidad de tener candidato presidencial propio-; del otro lado, tendremos las fuerzas políticas que logren agruparse alrededor del Centro Democrático del expresidente Uribe, que sin duda pueden ser importantes.
En ese contexto de reagrupamiento es fundamental que las izquierdas políticas busquen igualmente un proceso de convergencia política. Me estoy refiriendo al Polo Democrático Alternativo y sus sectores disidentes, Progresistas, los Verdes -previa definición de sus posiciones internas- y a las nuevas fuerzas que todavía no han tomado la decisión de vincularse activamente a la actividad electoral como Marcha Patriótica, el Congreso de los Pueblos y otros movimientos sociales, como los indígenas del Cauca, que podrían confluir en una gran coalición, no sólo para tener candidato presidencial propio, sino y sobre todo, para contar con una representación respetable en el Congreso y que refleje la realidad política del país, donde un sector de opinión importante, seguramente no mayoritario pero sí relevante, tenga una voz política en los escenarios de la democracia.
Claro no se trata de repetir la experiencia negativa del Polo, que fue forzar la creación de un partido político cuando había una gran cantidad de diferencias, tácticas y estratégicas -algo parecido a lo que sucedió en la creación a las carreras del Partido de la U., todo ello por la reforma político-electoral de 2003-. Por eso ahora lo recomendable sería conformar una convergencia o coincidencia electoral para lograr unas listas únicas al Congreso y un procedimiento para escoger un candidato presidencial. Si las cosas funcionan, podrían a mediano plazo ir coincidiendo en un solo partido político o en un frente político de carácter permanente como lo es, por ejemplo, el Frente Amplio uruguayo, donde cada fuerza política mantiene su autonomía y organización, pero con unas reglas internas de funcionamiento.
No hay duda que para nuestra democracia y especialmente para el nuevo Congreso sería muy importante que retornaran figuras políticas como Álvaro Uribe y Horacio Serpa por sus respectivos partidos o movimientos políticos -como lo han anunciado-, pero que igualmente desde las fuerzas políticas de las izquierdas pudieran estar Antonio Navarro, Clara López, Jorge Robledo, el líder indígena Feliciano Valencia, Carlos Lozano, del Partido Comunista, o jóvenes congresistas como Iván Cepeda y Camilo Romero, para mencionar algunos nombres de ese amplio espectro político.
Ahora bien, seguramente esa convergencia política va a tener como una de sus banderas el apoyo al proceso de conversaciones para la terminación del conflicto armado, en lo cual coincidirán con Santos, pero al tiempo tendrán grandes divergencias con él en lo relacionado con las políticas económicas neoliberales -especialmente las llamadas 'locomotoras', como la de la minería o la del impulso a la explotación intensiva de la altillanura, etc-, pero de eso se trata la política en democracia, que existan coincidencias y divergencias, pero que se tramiten a través de métodos propios de la democracia y con la consulta a los ciudadanos.
Espero que los dirigentes de esas fuerzas políticas de izquierda y de centroizquierda tengan la sensatez de lograr esos acercamientos, porque lanzarse a las elecciones de forma separada es seguramente la garantía de que ninguno va a lograr superar el nuevo umbral electoral y en esa medida quedarse sin representación en el Congreso.
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