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HISTÓRICO
PAZ Y PLOMO
  • PAZ Y PLOMO
Por ALBERTO SALCEDO RAMOS | Publicado

Wilber Hinojosa, concejal de Valledupar, dijo esta semana: "la paz en Colombia se conseguirá con plomo".

Hinojosa, como se aprecia claramente en la cita, no es amigo de la negociación entre el Gobierno y las Farc.

Quien sí es partidario es el senador Armando Benedetti. Miremos en qué términos planteó su convicción en una entrevista: "¿cómo es posible que existan colombianos que le apuesten a que Juan Manuel Santos le vaya mal en el proceso de paz? A esos señores deberían fusilarlos, literalmente".

Aunque manejen posiciones opuestas, Hinojosa y Benedetti proponen casi lo mismo: plomo el uno, fusilamiento el otro. En Colombia, país donde los sicarios se arrodillan ante el altar de la virgen para suplicarle que les afine la puntería, esto ya no sorprende a nadie.

Aquí expresamos con bala hasta las mejores intenciones. Eso sí: nos cuidamos de ponerle a nuestra violencia un empaque presentable. En su discurso incendiario el concejal Hinojosa también hablaba líricamente de "inversión social". Se supone que es para los que queden vivos cuando haya terminado la balacera en busca de la paz.

El senador Benedetti, por su parte, no solo ha propuesto ese fusilamiento: en un video que hizo circular en las redes sociales pidió decirle "no más al charco de sangre" para apostarle a los diálogos de paz entre el Gobierno y las Farc. Se supone que ese "no más" empezará a contar cuando ya hayan sido fusilados quienes no apoyen el proceso.

Ni el concejal ni el senador son asesinos, por supuesto: apenas son dos de los tantos colombianos que combinan los golpes de pecho misericordiosos con la incitación a golpear al prójimo, así hagan esto último solo a través del lenguaje. Muchos, en algún momento de nuestras vidas, hemos hecho lo mismo: invocamos ciertos principios civilizados a través de la furia.

Hay que ver cuántos compatriotas de camándula y misa semanal andan por ahí maltratando a los demás con palabras o con hechos. Aquí aplicamos desde siempre aquello de que quien peca y reza, empata.

Un diputado se llena la boca hablando de Dios, y luego dice con crueldad que invertir dinero en el Chocó, departamento flagelado por la corrupción y la miseria, es como perfumar el excremento. La Biblia y la bofetada vienen juntas desde nuestros orígenes.

En las formas seguimos promoviendo la Urbanidad de Carreño; en el fondo seguimos rindiéndole culto a la carroña. Aquí no creemos que la antítesis de la muerte sea el respeto a la vida, sino la cortesía. Plomo en el fondo, como propone el concejal Hinojosa; después, para suavizar la forma, agregamos aquello de "inversión social".

Un amigo extranjero resume tal contraste en la siguiente frase, que según él debería estar en nuestro escudo nacional: "tenga usted la bondad de disculparme: lo voy a matar".

Por eso aquí no cala un discurso pacifista si no está acompañado de bravuconería.

Entre tanto, muchos privilegiados necesitan que siga la balacera porque así mantienen sus privilegios, y muchos excluidos les hacen el juego, por ignorancia o por miedo.

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