En medio de una crisis económica global, con grandes repercusiones en lo social, se reúnen simultáneamente a partir de esta semana el Foro Económico Mundial de Davos en Suiza y el Foro Social Mundial en Belem, Brasil. Bajo el lema de "Rediseñar el Mundo luego de la Crisis", un propósito que pareciera bastante alejado de la realidad mas cuando aún no está clara la dimensión de la actual crisis. Soñar no cuesta nada. Davos congrega a los líderes políticos y económicos del más alto nivel mundial. Presidentes, primeros ministros y la élite de los empresarios y de los banqueros, muchos de ellos enfrentados por primera vez al desprestigio y la baja credibilidad por haber conducido al mundo a la crisis que hoy enfrentamos, debatirán, tal como lo hacen todos los años, una vez más el futuro del planeta. Llama especialmente la atención la ausencia de Barack Obama y de los altos funcionarios de su gobierno. Una señal clara que busca marcar diferencia y mostrar un nuevo estilo de liderazgo. Por Latinoamérica se han matriculado el presidente Uribe y Calderón, presidente de México.
En tanto los poderosos desarrollan su agenda en el viejo mundo y Estados Unidos por primera vez se mantiene al margen de esta cumbre, en el sur del continente americano se reúnen los movimientos sociales, fieros combatientes de la globalización, en busca de un nuevo orden económico y social más equitativo. Anteriormente y con menos prensa, el Foro Social se ha reunido en Porto Alegre, Bombay, Caracas y Nairobi. Sin tanta pompa, pero con mucho colorido, bajo una gran carpa se reunirán esta vez miles de representantes de los movimientos sociales, sindicales, partidos de izquierda, grupos étnicos, culturales y folclóricos, ONG, etc. Una verdadera explosión de diversidad y pluralismo. Todos ellos estarán reunidos para protestar y cuestionar una vez más el modelo neoliberal de desarrollo y la debacle del sistema financiero, pero también para proponer y debatir modelos alternativos de desarrollo. Existe una gran expectativa por la participación de los presidentes Lula, Chávez, Correa, Lugo y Morales. Una muestra de la actual tendencia política Latinoamericana.
¿Qué sale de todo esto? es algo incierto, como también lo es el futuro. No pareciera que el mundo rico de Davos tenga el as debajo de la manga para mostrar una salida a la indeterminada crisis. Lo que sí parece claro, a pesar de lo sucedido, es la convicción de mantener el modelo capitalista a como dé a lugar. Por su parte los movimientos sociales congregados en Belem mantendrán su protesta, hoy con muchas más razones y argumentos que en años pasados, pareciera que la realidad de los hechos les empieza a dar razón. Para nuestra región la participación de los presidentes, tanto en Suiza como en Brasil muestra la polarización política en que nos encontramos.
En medio de todas estas circunstancias, lo que sí no está claro es cuando estos dos extremos encontraran el espacio para sentarse a dialogar y encontrar salidas conjuntas. Un foro donde no sólo las imposiciones o las protestas y las propuestas sistemáticamente ignoradas estén al orden del día, sino por el contrario, donde podamos reconocer de manera respetuosa nuestras diferencias en el entendido de que compartimos un solo planeta del cual todos somos responsables y del cual todos también dependemos. En otras palabras, construir un futuro común.
Es tal vez por esta razón que Obama y su gobierno estarán ausentes de Davos. Su discurso de inauguración y sus primeros actos administrativos se perfilan como una invitación al cambio y a un nuevo rumbo. Algo muy difícil en las actuales circunstancias. Ojalá que el entusiasmo y la expectativa mundial que ha despertado la llegada de un afroamericano a la Casa Blanca se traduzca en el fiel de la balanza entre estos dos polos.
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