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Por Colombia, una justicia justa

En el caso de Don Guillermo Gaviria Echeverri y de Juan Esteban Álvarez, ¿no habrá una especie de cacería de brujas que podría lesionar en materia grave el Estado de Derecho?

14 de abril de 2012
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Don Guillermo Gaviria Echeverri es un visionario que le apostó al desarrollo de la zona de Urabá cuando casi nadie miraba las potencialidades de la región.

Pocos en Antioquia se habían dado cuenta de que este departamento tenía extensas costas en el Mar Caribe, lo que le aumentaba exponencialmente su competitividad dentro y fuera de Colombia.

Fue Don Gonzalo Mejía quien primero señaló públicamente que Antioquia tenía mar. A él le hicieron eco dos periodistas: Arturo Tobón Quintero y Fernando Gómez Martínez.

Estos tres quijotes se encargaron de impulsar la construcción de una carretera que permitiera llegar al Golfo de Urabá: la llamada Vía al Mar.

Dicha vía fue iniciada en 1926 y todavía no tiene las especificaciones necesarias para esta era de la globalización y de los TLC, (Tratados de Libre Comercio).

Años después, un joven ingeniero, Don Guillermo Gaviria Echeverri, decidió ser uno de los pioneros en arriesgar capital y montar en Urabá una empresa bananera que empleaba y sigue empleando mano de obra intensiva, necesaria para dar posibilidades de vida digna a cientos, quizás miles, de colonos que se hallaban en la región.

Ya, entonces, los grupos guerrilleros tenían presencia en Urabá. ¿Cuál fue la razón para que llegaran allí?

Los insurgentes se dieron cuenta de que Urabá era una zona geopolíticamente estratégica, la mejor esquina de América y querían controlarla para sus fines revolucionarios.

Interpretando los signos de los tiempos, la concepción de la industria bananera evolucionó con el liderazgo, entre otros, de Don Guillermo Gaviria Echeverri. Empezó lo que se ha llamado "Los nuevos tiempos de Urabá".

Se crearon fundaciones como Fundaunibán y entraron las cajas de compensación y las iglesias cristianas, en especial la Católica, para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la región. Y esta casa periodística puede dar fe de que lo han logrado.

Pero llegaron otros grupos armados ilegales, las mal llamadas autodefensas, y empezó a escalar un absurdo conflicto fratricida.

A este sombrío panorama hay que agregar un ingrediente de alta complejidad. Tanto las guerrillas como los paramilitares encontraron en la cadena de los narcóticos su fuente de financiación.

Desde hace varios años cultivan, procesan y sacan droga, y entran alimentos, uniformes y armas. Y se oponen a que haya buenas vías de comunicación y a que se construyan los pocos kilómetros que faltan para unir a Alaska con La Patagonia.

Dichas vías permitirían, no sólo la comunicación entre las Américas sino una buena vigilancia de la zona que evitaría su accionar criminal. Y Don Guillermo también ha luchado por destapar, valga la redundancia, el llamado Tapón del Darién.

En este contexto hay que analizar la situación de muchas personas en Urabá, dueñas de pequeñas o grandes empresas.

Muchos han estado entre dos fuegos: el guerrillero y el paramilitar. Don Guillermo Gaviria Echeverri no es la excepción. Él ha sido víctima de esta situación.

No podemos olvidar que su esposa, Doña Adela, fue secuestrada en Frontino por las Farc. Que varios familiares han corrido parecida suerte.

Tampoco podemos olvidar que su hijo, el Gobernador Guillermo Gaviria Correa, fue asesinado por las Farc, junto con Gilberto Echeverri Mejía, su asesor de Paz, y nueve militares.

Ante el intento de rescate de la Fuerza Pública, no olvidemos, las Farc huyeron, pero se devolvieron cuando se dieron cuenta de que alcanzaban a matarlos antes de que llegaran los soldados. Dos militares sobrevivientes dan testimonio de este asesinato en estado de indefensión.

Pero ha habido más ataques a la familia Gaviria Correa. Los paramilitares les mataron al administrador de la finca de Urabá, y también el administrador de otra finca en La Ceja fue asesinado por los paras.

Por todo esto, Don Guillermo fue extorsionado. Pagó una "cuota" que en total no pasa de alrededor de quince millones de pesos. Esto no es financiación de las Auc, como lo afirma Raúl Hasbún, alias "Pedro Bonito", quien se acogió a la ley de Justicia y Paz.

Con razón, Don Guillermo Gaviria Echeverri pidió a la Fiscalía abrir investigación.

¿No es una contradicción que la Fiscalía haya definido que Chiquita Brands, bananera multinacional, fue víctima y no victimaria, y que en el caso de Don Guillermo Gaviria Echeverri y del señor Juan Esteban Álvarez, la Fiscalía 51 de Medellín les haya proferido medida de detención precautelar?

¿A quiénes más detendrá la justicia?

¿No será esto una especie de cacería de brujas que podría lesionar en materia grave el Estado de Derecho?

¿Cuáles serán las motivaciones subyacentes que hay detrás de todo lo que está sucediendo?

¿Estará quién sabe quién moviendo hilos invisibles con ánimo de venganza?

¿Por qué tantas coincidencias en distintas esferas?

EL COLOMBIANO confía en que al final brillará la justicia justa en el caso de la familia Gaviria Correa y de tantas otras personas de buena voluntad que han sido injustamente señaladas.

Sólo así se podrá empezar a construir la paz integral que merecen las nuevas generaciones. Sólo así podremos continuar soñando con una Colombia honesta y digna.

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